El caso de la Gran Vía resulta contradictorio. El diseño vial contempló la construcción de tres carriles de 3,50 m de ancho en ambos sentidos, una configuración que propicia la aceleración de los vehículos. Por eso, no se comprende que ahora se reinstale la cámara mencionada, pues no guarda coherencia con las decisiones que se tomaron.
El entorno universitario, debe, por lo tanto, propiciar ese tipo de armonía, conformando un marco espacial para que sus estudiantes, profesores, funcionarios y visitantes, puedan desarrollar sus actividades de forma fluida y natural, e incluso estimular su creatividad y apalancar su potencial.
Por eso, creo que conserva pertinencia algo que escribí hace unos años: no estoy tan convencido de la necesidad de mostrar, ni difundir, las explícitas consecuencias de nuestra violencia. En este caso, me parece que somos capaces de conmovernos lo suficiente con la foto del senador Uribe, sano, sonriente.
Eso explica por qué resulta tan ofensiva la falta de escrúpulos de quienes pretenden aprovecharse unilateralmente de ese esfuerzo para obtener ganancias propias. Sean cuales sean sus pretensiones o métodos —no se descarta que todo sea un bluf para venderle la marca de vuelta a sus dueños— lo que están haciendo es una notable muestra de deshonestidad, irrespeto y mala fe: un triste ejemplo de pobreza moral.
Los más pesimistas vislumbran un futuro en el que no seremos capaces de leer textos de más de dos párrafos y mucho menos de escribirlos, planteando serios retos para los procesos educativos tradicionales. No sabemos qué va a pasar, ni la magnitud de los cambios que se avecinan o sus impactos.
En momentos de inquietud —reales, imaginados o inducidos— hay gestos que ofrecen una forma discreta de claridad. Escuchar una obra conocida, releer un cuento, volver a una película que ya no sorprende, pero acompaña y divierte. No se trata de un llamado a la nostalgia: lo familiar, en lugar de entorpecer o condicionar el pensamiento, a veces lo ordena.
Tratándose de una contribución que financia programas y obras públicas, cuya legitimidad depende en buena parte del respaldo informado de la población, también sería oportuno que fuese visible un balance institucional que dé cuenta de los logros alcanzados gracias a la tasa, en términos concretos de seguridad y convivencia. Este asunto demanda una reacción rápida de cara a la ciudadanía.
No se trata de desacreditar la tecnología ni de añorar un pasado analógico. El problema no son los celulares ni las plataformas en sí mismas. Se trata de comprender los peligros que conlleva su uso descontrolado y los efectos que tales abusos generan en las mentes en formación.
El incesante bombardeo de noticias alarmantes sobre diversas modalidades delictivas va minando la confianza en nuestros semejantes, diluyéndola poco a poco. Si las cosas siguen así, triunfará el miedo y terminaré convertido en un canalla.
Personalmente, lamento su partida porque con ella el coro sigue perdiendo diversidad. Quedan pocos autores que sustenten las posiciones liberales con prestancia, evitando arrimarse a esos extremos tan fáciles y seductores. Esto va quedando muy solo, monótono y aburrido. Paz en su tumba.