Al final, cumplirle a la juventud con educación y ayudarles en su proyecto de vida, es mucho más que un indicador mal escogido, mal medido o erróneo. El futuro de nuestra educación superior se merece más que esto, y de ello poco se habla o hace.
La realidad económica desmiente la narrativa del presidente. El déficit fiscal se dispara, la deuda se encarece en más de un 40%, la regla fiscal fue “violada”, la inversión privada cae, y la economía no despega.
Un sector privado dinámico no es enemigo del pueblo, sino aliado contra la pobreza. Fortalecer las empresas se traduce en trabajo digno e innovación. Eso sí, siempre con la conciencia que ninguna compañía prospera en una sociedad débil.
La reforma laboral es retardataria en su concepto de contrato de aprendizaje.
La clave está en cerrar la brecha tecnológica, atraer inversión en conocimiento, formar rápidamente más talento humano (programas de ciclo corto en tecnologías digitales y bilingüismo), proponer incentivos fiscales y modernizar regulaciones.
El próximo presidente tiene en sus manos una oportunidad histórica: seguir administrando la escasez o apostar por un proyecto de país que marque la diferencia. Esta no es una propuesta utópica, es una estrategia realista y urgente.
Candidatos a la Presidencia, ya conocen la herencia, ya saben el problema al que se enfrentan, sepan que lo que no se aceptará es lo que le pasó a este gobierno que va durar tres años buscando culpables hacia atrás de su fracaso y un año más diciendo que para dar resultados necesitan cuatro años más de lo mismo, que porque no los dejaron gobernar.
Esto no se resuelve con “pañitos de agua tibia” ni eliminando las EPSs como sugiere el espejismo del gobierno. Al contrario, ellas a pesar de todo, han sido las gestoras del riesgo financiero y operativo actual y han contenido una crisis peor.
Otro obstáculo absurdo es la obligación de actualizar documentos sin cambios reales, como el RUT generando filas y trámites innecesarios. Con tecnología, estos procesos deberían ser automáticos o eliminarse.
Pero liderar significa audacia, inspirar, orientar y movilizar la sociedad. Significa unidad en mínimos comunes denominadores, como el respeto a las instituciones, el valor empresarial para el futuro de país, las defensa a las libertades mínimas, el apoyo a derechos y deberes y la construcción de país con integridad.