El gobierno es triplemente responsable de las tasas de interés altas: primero, por absorber el crédito que debía impulsar la inversión; segundo, por el desorden fiscal que impide al Banco de la República reducirlas sin riesgo inflacionario; y tercero, por la expectativa de un aumento desbordado del salario mínimo, que eleva las presiones sobre los precios y mantiene la inflación esperada al alza.
En Colombia ya se gravan las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados, supuestamente para cuidar la salud pública. Se nos trata como ‘bebés’ a los que hay que guiar a punta de impuestos. Una sociedad libre preferiría programas voluntarios de educación y consumo responsable en vez de coerciones fiscales disfrazadas de salud pública.
Rtvc es por mandato constitucional, la voz de todos los colombianos, no del gobernante de turno. Cuando un medio público se subordina a un gobierno, deja de ser un servicio ciudadano y pasa a ser un instrumento de propaganda. Con ello se rompe la confianza social, se distorsiona la verdad y se debilita la democracia.
Colombia sería el mejor socio de inversión productiva de Venezuela y podría exportar bienes para la reconstrucción y colaborar en proyectos energéticos conjuntos, incluyendo el acceso al gas sin sanciones de USA. Sería al menos 1 punto adicional en PIB para Colombia.
La coherencia no se negocia: si defendemos los derechos humanos, deben valer para todos, no solo para los antojos políticos del momento. Yo ya me mamé de la incoherencia de un gobierno o maestros que animan marchas simbólicas selectivas, de discursos que aprovechan el dolor ajeno para dividirnos.
El gobierno Petro hoy brilla más por discursos y trinos incendiarios que por obras y resultados.
Y para rebatir el discurso populista, el encarecimiento del capital afecta a emprendedores que no consiguen financiación, mipymes que enfrentan crédito más caro, exportadores que pierden competitividad y trabajadores que perderán su empleo.
La descertificación nos equipara con países fracasados en la lucha antidrogas, lo cual evidencia el vergonzoso fracaso de la estrategia Petro.
Necesitamos una sociedad donde impere la libertad de expresión, y donde el disenso se resuelva con palabras y razones, no con balas ni con insultos. Solo así honraremos a quienes fueron silenciados.
Muchos analistas ya prevén un déficit superior al -7,5% del PIB y un nivel de deuda que superará el 63% del PIB este año, siendo el mayor en la historia del país. Y ni hablar del 2026, lo del presupuesto no pinta bien.