Que Gustavo Petro y Susana Muhamad digan cuáles son sus metas en mitigación y adaptación del país al cambio climático, lo de verdad urgente, porque en esto es posible avanzar –si el gobierno trabaja a su favor, como es obvio– y dejan su falaz y perniciosa demagogia sobre la transición energética en Colombia.
Aunque los países no mueren, si se equivocan al no detectar las causas principales de sus problemas jamás los superarán y seguirán en crisis que tenderán a agravarse, con consecuencias iguales o peores que las que pueden llevar a gobiernos más equivocados que los que ya fallaron.
Para ser de izquierda democrática además hay que luchar con coherencia por la soberanía y el auténtico desarrollo de la economía nacional, sin el cual Colombia deja en retórica los derechos mencionados y no enfrenta de verdad las causas del desempleo, la informalidad, la pobreza y el hambre del 70 por ciento de sus habitantes.
Entonces, la clase política colombiana, incluida la petrista, como se demuestra, necesita gente suya en las “Ías” para que les protejan sus burocracias, con impunidades absolutas o sanciones suavizadas o alargando los procesos legales incluso hasta que prescriban, es decir, protegiendo a sus clientelas.
Memorias en las que narro cómo, ya hace 60 años, me dolía el subdesarrollo nacional, desgracia que todavía padece Colombia, mientras que otros países la han superado. Subdesarrollado un país con una riqueza natural enorme y con un pueblo famoso en el mundo como excelente trabajador.