Yo propondría evitarnos un desgastante e inútil litigio de límites. Más sensata me parece una integración metropolitana, previa consulta, que haga de Barranquilla su eje por ser la ciudad más avanzada del entorno conurbado y la región Caribe. No es chovinismo. Es acordar un modelo de fusión metropolitana liderado por Barranquilla para avanzar unidos en pos de metas comunes.
Algunos se preguntan si ella sabe de todo. Otros piensan, suspicazmente, que sabe demasiado. Se afirma que esta calculadora muchacha bogotana cercana a los 31 años conoce secretos del presidente. Y de ahí, aseguran, emana su inmenso poder en el ‘Gobierno del Cambio’. Varios altos funcionarios, incluida la vicepresidenta Francia Márquez, se han quejado del maltrato de la ‘ama de hierro’ del régimen de Petro.
Las hipocresías comenzaron con Francia Márquez, pues todo era abrazos y risas cuando Benedetti y Roy Barreras aterrizaron en la campaña. Abundan fotografías de los jubilosos días de aparente unidad en el Pacto Histórico. Hay una de antología donde Benedetti besa tiernamente a Márquez en la mejilla y ella sonríe mientras le acicalan los cachetes con coloretes.
Senior se ha esmerado en estabilizar la universidad. Conformó un Consejo Superior con gente meritoria. Pactó tres convenciones sindicales. Normalizó el pago de la nómina. Ha abonado a la deuda de seguridad social. Cortó el chorro de becas y descuentos en matrículas. Ha mantenido un flujo de caja positivo.
Lo que corresponde hacer es mejorar las capacidades del Estado en seguridad y justicia. Los ciudadanos que dicen “esto está maluco” esperan una Barranquilla donde lo cotidiano sea la tranquilidad y no la danza de la muerte. Necesitamos un Estado fortalecido en inteligencia, en materia penal, policial, en recursos tecnológicos y logísticos. Tiene que haber voluntad política para priorizar este tema.
No haber concretado ni el sometimiento de las bandas criminales ni el desarme y desmovilización del ELN, ha fomentado el narcotráfico y las luchas sangrientas entre las bandas multicrimen.
Barranquilla daría un enorme salto adelante si se planteara ser un paradigma de “ciudad esponja”. Se trata de un revolucionario propósito ecológico que choca con la visión y los intereses del poder inmobiliario.
A estas alturas, sin embargo, tenemos suficiente información para sostener que el Gobierno ha sido decepcionante en materia de transparencia pues no logró encarnar eso que Gaitán llamó la “restauración moral de la República”. Lo asombroso es el estado de negación de sus bases más radicalizadas.
El activismo de izquierda de los 70 produjo en Barranquilla un gran entusiasmo por la lectura. Un compulsivo hábito de la época era poblar los libros de glosas a lápiz o bolígrafo. De un inolvidable amigo fallecido, Víctor Caballero Villa, el famoso Guataco, recuerdo su surtida biblioteca.
El título que propone María Clara Aristizábal, sobresaliente ejecutiva de Argos, en su alegato ‘Las falacias de Horacio Brieva sobre Ciudad Mallorquín’, se me antoja hasta desconsiderado con la filosofía. Pues todas mis columnas han tenido un fundamento epistemológico, es decir, un conocimiento y unas bases conceptuales, técnicas y jurídicas obtenidas en lecturas y consultas a expertos.