El principal desafío con la Ley de Competencias es que las regiones estén preparadas para fortalecer sus capacidades técnicas, administrativas y fiscales y se requiere que participen activamente en la elaboración de esta norma para responder, en un futuro, por su aplicación.
Me tocó en un panel con Keiko Fujimori para analizar cómo serían, hacia el futuro, los hechos más relevantes de la geopolítica mundial con el ingreso de las nuevas políticas de Trump y la rivalidad con China por consolidar liderazgos económico, tecnológico y militar, lo que redefine las estructuras de poder global. Y hay unos temas de supremacía tecnológica, de inteligencia artificial y de tensiones en Taiwán que hacen parte de esta agenda mundial.
Se requiere una Política Nacional de Salud Mental que dé especial atención a la gestión adecuada de emociones y que, a través de actos culturales, haga un trabajo emocional de prevención.
Mi mensaje es de hermandad y solidaridad con la causa pro Juegos Panamericanos porque son muchos los beneficios que se dejaría de recibir la ciudad, el departamento del Atlántico, la región Caribe y el país como generar mayor empleo, salarios decentes, desarrollo del turismo, crecimiento económico, equidad en la distribución del ingreso, mejoramiento en la infraestructura, conectividad, progreso deportivo y aportar a la construcción de la paz total.
Si queremos construir un Estado moderno tenemos que reconocer que su destino es una administración pública más eficaz y eficiente. Los centralistas creen que la soberanía del Gobierno nacional se pierde si se entrega parte del manejo del Estado a los territorios.
También se requieren bancos de emprendimientos más eficientes que garanticen la financiación de las tareas académicas y las empresas de los jóvenes universitarios para ir creando sus propios procesos productivos.
Los valores de igualdad de todos ante el derecho y el Estado de Derecho, la dignidad humana, la libertad como autonomía y participación son parte de nuestra cultura constitucional, pero en materia de organización del poder no ha sido nada democrática.
La solución en la democracia siempre es construir consensos en medio de la diversidad y respetar los derechos de todas las fuerzas políticas. En los casos que no sea posible, considerar los derechos de las minorías cuando se apele al voto para que decida el que tenga la mayoría. La Constitución Política de 1991 es un modelo de manejo de las diferencias.
En este sentido, en un Estado de Derecho, el templo de la democracia es el parlamento. Debe ser sagrado y, en consecuencia, respetado y cuidado, no amenazado por poderes públicos o privados, ni siquiera por un poder soberano como el constituyente que en un Estado constitucional de Derecho y en una democracia carece de atribución legal para privarle de su autonomía e independencia.
El poder deberá estar separado y dividido, no hay dudas, pero unido en un centro que represente la cohesión de la nación. Se separa y divide no para debilitar al Estado de Derecho, sino para que entren en juego los contrapesos que evitan al máximo la arbitrariedad.