Durante el gobierno, el país ha sido testigo de todo tipo de escándalos, desórdenes, malos indicadores, proyecciones negativas, tragedias y, en resumen, dificultades generales para el ciudadano. Frente a cada uno de esos episodios, hemos intentado explicar, resaltar y sobre todo evitar que esos tropiezos afecten aún más a la nación.
Al margen de lo que pasó, todos estamos de acuerdo en que las razones profesionales por las que el país necesita un tipo como Miguel, sobran.
Es dolorosamente lógico que el orden público del país esté fuera de control, pues el presidente no cree en la seguridad. Igualmente, que la economía no vaya bien, porque no cree en el tejido empresarial. Tampoco es extraño que lamentablemente la canasta familiar cueste más, pues le está subiendo los impuestos a los alimentos que hacen parte fundamental de la mesa de los colombianos, y así un sinnúmero de etcéteras que afectan al ciudadano.
Resulta y pasa que por cuestiones del destino nos encontramos con una situación que nos prohíbe aplazar la tarea de mejorar. Estos tiempos nos traen la exigencia de hacerlo de manera instantánea. Y nos cuesta, es lógico! Nunca hemos estado preparados para la entrega inmediata de nuestra mejor versión. Pero, ¡nos llegó la hora!