Si la Guajira quiere realmente ser competitiva, tiene que establecer parámetros, condiciones claras, garantías de inversión, poner de acuerdo a las comunidades étnicas, en pocas palabras tiene que volverse atractivo para la inversión, si no lo hacen, es un descaro exigir que las empresas tengan que ir a operar desde su territorio unas plataformas que están mar adentro, sabiendo que Santa Marta ofrece mejores condiciones jurídicas, sociales, logísticas y ambientales para trabajar.
Por lo pronto mi región (el Caribe colombiano) debe apalancarse hoy más que nunca del carbón, para conseguir los recursos necesarios de la reconversión laboral, económica y productiva, darles un manejo óptimo a estos dineros y dejar de pensar que es un delito nuestra actividad económica.
Se debe aclarar que las fuentes de energía no son importantes solo por generar energía, sino por su capacidad de generar (esto en línea con su eficiencia), los costos de producción (incluye precios de materias primas, equipos y proceso de producción), que tanto impacto ambiental tiene (no solo está relacionado a emisiones sino también al consumo mineral y energético de la fabricación de sus equipos e infraestructura) y la confiabilidad (que la energía esté disponible 24/7 y sea capaz de suplir la demanda).
La soberanía energética significa tener el control de nuestro desarrollo. Cuando actores extranjeros dominan sectores críticos, como la energía, se corre el riesgo de que intereses externos influyan en nuestras políticas nacionales.
El freno al sector hidrocarburos, desincentivo a la inversión para exploración que desencadena bajonazos en la producción, construcción de nueva infraestructura y movilidad económica incluyendo el desempleo, son decisiones de gobierno que nos tienen de cierta forma en la situación actual y en la necesidad de importar gas de consumo doméstico.
Es momento de dejar atrás los prejuicios. No todos los territorios mineros son sinónimo de destrucción. En muchos casos, estos espacios han sabido convertir sus recursos del subsuelo en oportunidades para su gente.
El país debe aprovechar sus propios recursos y trabajar para desarrollar industria tecnológica de alto impacto. Les listaré unos pasos generales de lo que requiere una transición que genere desarrollo al país y mantenga y/o aumente su independencia energética.
Ya entrando en temas de costos, si volcamos todos a cocinar con estufas eléctricas tenemos que tener en cuenta dos cosas: el costo de la electricidad vs el costo del gas y la capacidad del país de aumentar la producción de energía para abastecer toda esa demanda creciente.
No se trata de excluir a las comunidades indígenas del proceso, pero tampoco se puede relegar a un segundo plano el conocimiento científico. El futuro de nuestros recursos naturales, la biodiversidad y el desarrollo sostenible depende de decisiones basadas en evidencia, no en creencias o presiones externas.
Cuando hablo de recursos finitos me refiero a los minerales y los combustibles fósiles, odiados por muchos, pero usados por todos incluso los mismos que lo odian, obvio, los necesitamos para producir todo lo que usamos a diario incluyendo el agua y los alimentos.