La conferencia de diversidad biológica de las Naciones Unidas (COP16) se realizará entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre en Cali, justo cuando la riqueza natural de Colombia y el mundo afronta amenazas contra la supervivencia de diversos ecosistemas y las especies que los habitan.
“Es un evento que se realiza cada dos años, que puede tener un impacto significativo para que las instituciones y la ciudadanía entienda su papel, que es importante y decisivo en la preservación del medioambiente”, asegura la bióloga Yani Aranguren Díaz, directora del centro de investigación en biodiversidad y cambio climático de la Universidad Simón Bolívar, Adaptia.
El punto central de la COP16 será la discusión sobre cómo detener y reversar la pérdida de la diversidad, que incide en la seguridad alimentaria, las comunidades, la salud pública y la economía. Pero también que las discusiones globales tengan enfoques territoriales, a partir de las necesidades y los desafíos locales.
“Lo que se discute allí afecta directamente a las comunidades, desde una vereda o una finca hasta un municipio y el país entero; hablamos de espacios que influyen en las políticas públicas y la gestión de los territorios”, añade el biólogo José Vergara Paternina, doctorante en Ciencias Naturales, quien participó del evento “Camino a la COP16: preservando la biodiversidad para un futuro sostenible” en Unisimón.
Para el país son varias las repercusiones. Al posicionarse ante el mundo, se abren oportunidades en temas de bioeconomía, atracción de inversiones y financiamiento climático como los mercados de bonos de agua o de carbono, este último diseñado para la compra y venta de créditos a entidades que eliminan o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
También, que las instituciones públicas adapten las normativas a la realidad medioambiental, que cada vez más empresas cumplan con tener y ejecutar planes de sostenibilidad, y que las comunidades asuman una vigilancia más activa en el cuidado de los ecosistemas nativos de sus territorios.
La biodiversidad y el cambio climático
Otra de las repercusiones esperadas de la COP16 es que en adelante se priorice que las poblaciones comprendan el vínculo entre la pérdida de la biodiversidad y el cambio climático, que suelen separarse, aunque son causa y efecto. “El cambio climático es consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero que aumentan la temperatura, alterando los patrones climáticos, y la pérdida de la biodiversidad lo agrava, ya que la destrucción de los ecosistemas reduce la captura y el almacenamiento de carbono”, explica Aranguren.
“Nuestros ecosistemas como selvas, humedales, arrecifes de coral, pastos marinos, bosques secos tropicales y bosques de manglar son fundamentales para la mitigación y la adaptación al cambio climático”, agrega la bióloga.
La preservación es clave para Colombia porque es el segundo país más biodiverso y la región Caribe alberga cuatro de los ecosistemas más degradados del planeta: los humedales, el bosque seco tropical (BST), los bosques de manglar y los arrecifes de coral.
En el departamento del Atlántico, hasta 2020 los manglares se vieron reducidos al 9% del total de 7.000 hectáreas que 200 años antes cubrían parte del departamento del Atlántico, según análisis académicos. Y en la región, el BST ha perdido más del 90% de su cobertura original, pese a su importancia para la regulación del clima, el ciclo hídrico y la reducción de emisiones de gases, además de que es hogar de diversas especies de plantas, animales, hongos y microorganismos.
El programa para la conservación y restauración del BST (2020-2030) del Ministerio de Ambiente expone que las presiones provocadas por actividades humanas que más afectan al BST son la ganadería, los proyectos de infraestructura, la agricultura e incendios que perjudican la supervivencia de más de 250 especies de aves, al igual que anfibios, mamíferos y reptiles.
“Hoy tenemos menos del 8% de su cobertura original, lo que nos da un escenario de la condición y situación a la que hemos llevado a un ecosistema natural que nos brinda muchos servicios ecosistémicos”, sostiene Vergara.
Consolidar el Plan de Acción de Biodiversidad
La COP16 permitirá establecer las metas del Marco Global de Biodiversidad, aprobado en la COP15 de 2022, realizada en Canadá. El marco incluye 23 objetivos específicos que van desde la protección de áreas clave hasta la restauración de ecosistemas degradados. “No es solo definir las metas, sino establecer los mecanismos técnicos y financieros para dar cumplimiento y poder medirlo a través de indicadores claros y acciones concretas a nivel local”, señala Aranguren.
Colombia cuenta con el Plan de Acción de Biodiversidad (2016-2030), liderado por el Minambiente, en el que participan instituciones como Unisimón. “El plan aún está en proceso de consolidación y su éxito dependerá de que sea integrado a las políticas de biodiversidad en todos los niveles, desde las grandes ciudades hasta los municipios”, recuerda la profesora.
Otro desafío de la región Caribe es adecuar la planeación urbana y paisajística de sus ciudades al medioambiente. “Más que compensaciones y reforestación, es que las áreas con cobertura vegetal se mantengan intactas, integrando las obras urbanísticas a la realidad del ecosistema, con enfoques de arquitectura paisajística y que los nuevos proyectos propendan desde el comienzo por la conservación y no la recuperación”, recomienda Vergara.