Pasó sus últimas horas corriendo tras sus sueños; revolcado en las ganas de seguir viviendo, y embriagado de esperanzas. Es esa la única verdad para su familia.
Leider Hernández Salcedo había dedicado gran parte del miércoles 25 de junio a responder 100 preguntas para entrar a trabajar al Banco de Occidente. Uno de los tantos esfuerzos que hizo en las últimas semanas por conseguir un empleo.
—Mami, ayúdame con estas preguntas —le solicitó el joven, quien tenía 18 años y estaba recién graduado del colegio Fundación Pies Descalzos.
Desde la cocina, su madre, Verónica, lo apoyó durante el día. Cuando Leider terminó el proceso, le avisó que se vería con una amiga.
—No me demoro. Una amiga me llamó —le indicó a su madre, quien se tranquilizó, porque Leider cumplía siempre su palabra y regresaba pronto.
Excepto ese día, cuando minutos después que salió de su casa, ubicada en el corregimiento La Playa, recibió tres disparos que apagaron la llama inquieta de un joven deseante de devorarse el mundo.
Un ejemplo de nobleza
“Molesta, yo le decía: —¿Por qué te vienen a buscar, hijo, para contarte sus problemas? Esas son malas energías. Te recargas. Y él me decía: ‘No, mami, no importa, yo escucho. Y si hay algo que yo pueda solucionarles o aconsejarles, aquí estoy yo’”, recordó Verónica.
Por su parte, Felwing Hernández, padre del joven, rememoró todas aquellas despedidas y saludos con su hijo.
“Leider era un niño que, al salir de la casa, me decía: ‘Papá, la bendición’. Y cuando llegaba, me daba un abrazo y me decía: ‘Viejo, viejo, te quiero’, y me contaba dónde había estado. Todo me lo comunicaba. Era un niño muy noble, muy obediente, muy respetuoso de los mayores. Era bastante educado”, mencionó.
Leider José fue activo durante su época escolar. Sus padres comentaron que participaba en cada actividad extracurricular; sin embargo, sentía pasión desbocada por el voleibol. Tanto, que llegaba tarde a las clases por jugar unos minutos extras en la cancha.
Pese a esta efusividad que encontraba en el deporte escolar, la ansiedad y depresión lo perseguían cuando el juego acababa. A Leider lo cobijó, por un tiempo, una tormentosa oleada de humillaciones y burlas por ser disléxico.
“La dislexia es una condición que hace que los niños no aprendan a leer al mismo ritmo que los demás. Se les dificulta porque confunden las letras al momento de leer. Ese era mi hijo”, explicó Verónica.
El rechazo achicó la autoestima de Leider, lo que dificultó que el joven tuviera más amigos; no obstante, con el apoyo psicológico del colegio, empezó a tener más confianza y aprendió a vivir con la enfermedad.
Leider, lleno de esperanzas
Leider había aplicado a distintos trabajos en Tecnoglass y Olímpica, porque su sueño era tener una moto y, en un futuro, su propia vivienda.
—Después que compre la moto, mami, voy a comprar mi apartamento — le dijo, lleno de ilusión.
Como parte de la meta, trabajó durante quince días en un puesto de comidas rápidas, pero renunció por lo demandante que era la labor.
Aun así, tres días antes de fallecer, al joven lo habían aceptado en la Olímpica. Él estaba listo y ansioso por trabajar. Por otro lado, en sus sueños también estaba la universidad: quería estudiar Ingeniería Industrial.
—Esa es la que me gusta. No quiero estar sentado todo el día frente a un computador —confesó, en su momento, con convicción.
Ahora, para la familia Hernández Salcedo solo hay vacío por su temprana partida e incertidumbre por su inesperado asesinato.
Y en los corazones de sus allegados, su imagen quedará para siempre con su aspecto de 18 años; en sus recuerdos habitará también un joven enérgico, de pocos amigos, que estaba para los demás; que, como todo ser humano, tenía sueños, y que sobre todo tenía palpables y genuinas ansias de seguir viviendo.
El asesinato no fue por atraco o extorsión
Una cosa solo quiere su madre: esclarecer el asesinato de su pequeño. Desde el hecho, la mujer manifestó tener problemas de salud, padecer ansiedad y nervios. Verónica Hernández quiere descubrir a los culpables.
Según lo que le comentaron las autoridades, no se trató de un atraco: a Leider lo asesinó un sicario, con varios antecedentes legales, y que portaba un arma costosa.
Asimismo, descartó la extorsión, ya que el joven no trabajaba en ese puesto desde hace semanas. Y comentó que tampoco está relacionado con pandillas, ya que insistió a este medio que su hijo “era un adolescente sano”.
“Los policías me habían dicho que él había cruzado una línea imaginaria. Eso es mentira. De mi casa al trayecto donde me lo mataron queda cerca a la Olímpica, y yo solía mandarlo para allá”, cuestionó. Actualmente, las autoridades adelantan las investigaciones para esclarecer los hechos.
“Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para que se aclaren los hechos del fallecimiento”, finalizó.