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Más allá de transformar las dinámicas de la sociología, Orlando Fals Borda sembró en las actuales y futuras generaciones, que se afianzan en este campo, una semilla de humanidad. En los años 70 —una época de la historia de Colombia marcada por el aumento de grupos armados, movimientos sociales y el inicio del narcotráfico— Matilde Eljach lo conoció: un hombre mayor había irrumpido en una de sus clases de sociología que cursaba en la Unisimón. Orlando estaba en la búsqueda de voluntarios que quisieran acompañarlo a Córdoba y Sucre a recoger información para su obra Historia doble de la Costa.

Matilde aceptó y, a partir de esa decisión, empezó a ver la metodología de investigación desde su amplio ventanal, desde un punto en el que parte su intención de devolverle la voz al pueblo, de afianzar su autorreconocimiento, de impulsarlos a valor su historia y recuperar su memoria.

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“Escucharlo a él en su propia voz, compartiendo escenarios, espacios, reuniones, talleres con la comunidad, fue la mejor escuela de formación en metodología de la investigación social. De hecho, ese tiempo compartido con Orlando me marcó una ruta epistemológica, ética y política también”, dijo Eljach, quien es investigadora de la Universidad Simón Bolívar y hace parte del movimiento Falsbordiano del Caribe, a EL HERALDO.

Sus enseñanzas, sus obras y su tacto con la comunidad aún siguen latentes. El pasado 11 de julio, este importante sociólogo barranquillero hubiese cumplido 100 años. Un centenario que impacta con vigor en los corazones de quienes lo recuerdan, y de quienes aún le aprenden.

Blas Zubiría Mutis, docente del programa de Sociología de la Uniatlántico, indicó que Orlando se educó en el Colegio Americano, bajo una formación presbiteriana (una rama del cristianismo protestante). Por saber inglés, se ganó una beca para estudiar Literatura Inglesa e Historia en Estados Unidos; tiempo después, encontró su verdadera pasión en la sociología.

El investigador aseguró que fue su tesis sobre Boyacá lo que hizo cuestionar los enfoques teóricos norteamericanos, esto lo llevó a construir su propio marco metodológico desde una perspectiva latinoamericana. Además, fue cofundador de la Facultad de Sociología en la Universidad Nacional, junto a Camilo Torres Restrepo; participó en la creación de las juntas de acción comunal con su trabajo pionero en Saucío, y se mantuvo al lado de las comunidades rurales y populares, como en el trabajo desarrollado con la Anuc, línea Sincelejo, para la recuperación de tierras en la región Caribe colombiana.

Asimismo, fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, “donde propuso un nuevo ordenamiento territorial que fortaleciera la autonomía de las regiones sin debilitar el lazo de la unidad nacional”, explicó Zubiría.

De la mano con la gente

El rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel Roca, lo recuerda como un hombre de talante cordial. Una vez se lo encontró en Montería. Estaba llegando al hotel y lo vio en el lobby con un grupo de campesinos que habían trabajado con él en su obra Historia doble de la Costa. Uno de ellos le había llevado una hicotea de regalo, algo que le generó impresión, y, a partir de ese encuentro vio su obra diferente.

“Ven, siéntate aquí, con nosotros”, le había dicho Orlando. El ahora rector obedeció, y allí pudo observar su interacción con los campesinos, en donde la empatía y el respeto que sentía por ellos emanaba con fervor.

Fals Borda no tenía ningún reparo en sentarse a conversar, comer, charlar o compartir otras actividades con los campesinos. “Nunca vimos a Orlando —ni los campesinos, ni los estudiantes universitarios— como una persona superior, o con una jerarquía por encima de la nuestra. Era un compañero que trabajaba con nosotros en la investigación”, señaló, por su lado, Matilde.

Su sencillez, según Meisel, está ligada a su temperamento: “Él hubiese sido así en cualquier época”, aseveró. Y para Matilde, todo reside en la formación de su casa y sus ideales religiosos.

“Él era presbiteriano, muy dado a la misión, a la búsqueda de que todos estuvieran en buenas condiciones. Pero también la formación científica influyó notablemente. Porque él empezó a ver que nuestra realidad era muy distinta a la realidad en la que había estudiado. Eso lo llevó a indagar por el ser propio no solo del colombiano o del latinoamericano, sino específicamente del hombre caribe”, expresó Matilde.

Fals Borda también manifestaba que estaba influenciado por su madre y por su abuela, quienes, seguramente, eran buenas personas y sencillas como él. Por otro lado, indagando al hombre caribe se encontró a sí mismo: sencillo, franco, aceptar al otro y lo diferente.

Orlando, continuó la experta de la Unisimón, “era un caribe absoluto, un hombre que reflejaba a Barranquilla”.

Desentrañando la sociedad

Dentro de las investigaciones más relevantes del sociólogo se encuentran Campesinos de los Andes y los dos tomos de La violencia en Colombia —escritos en colaboración con Eduardo Umaña Luna y monseñor Germán Guzmán Campos—. Y sobre todo, los cuatro tomos de Historia doble de la Costa (Mompox y Loba, El Presidente Nieto, Resistencia en el San Jorge y Retorno a la Tierra).

“Él hizo una investigación en muchas fuentes, con mucho trabajo de campo —cosa que le satisfacía mucho— y donó el material de esa investigación al Banco de la República, que lo tiene en su centro cultural y de documentación en Montería. Yo he podido revisar ese material. Es enorme. Hay muchas fuentes de todo tipo: primarias, secundarias, entrevistas”, se refirió el rector Meisel sobre la obra Historia doble de la Costa.

Por su parte, Álvaro Acevedo Merlano, profesor de la Universidad de la Costa, destacó los conceptos claves en sus estudios, tales como el ‘hombre anfibio’ y el ‘sentipensante’.

El ‘hombre anfibio’, según el experto, es una forma de dar cuenta de esas comunidades que viven entre el agua y la tierra. Fals estudió profundamente la convivencia con el agua, y al mismo tiempo sembrar, navegar y construir viviendas.

“Fals no lo hizo solo como una descripción, sino que también lo planteó como una categoría política y cultural. Es decir, decía que aquí hay formas de vida válidas, saberes útiles, experiencias que deben ser reconocidas como parte de la construcción de país”, aseguró Acevedo.

En cuanto al término ‘sentipensante’, se refiere a que no se puede separar al sentir del pensar.

“Fals decía: “Hay que ser sentipensante”. ¿Qué significa eso de ser sentipensante? Pensar con el corazón y sentir con la cabeza, decía. Valorar los conocimientos que nacen de la experiencia, de la vida, de la memoria, de pensar incluso con el cuerpo, con la emoción, con el vínculo con los otros. El conocimiento no es neutral. Está atravesado por afectos, por intereses. Y esa es, también, la crítica que él hace a ese cientificismo deshumanizado de ciertas ciencias sociales”, sentenció el experto de la CUC.

Continuar el legado

Fals partía de la premisa de que el conocimiento de las comunidades rurales y urbanas era valioso. Lo veía como otra forma de conocer, ser y estar en el mundo. El investigador reconoció la sabiduría de aquellos que no pisan una escuela, y, sin embargo, logran transformar la naturaleza y aportar en la sociedad.

Para el rector de la Universidad del Norte, la mejor forma de seguir inmortalizando su obra es discutiendo sus estudios y continuar investigando.

“Lo que le toca a las nuevas generaciones es seguir desarrollando lo que él abrió. Hay que investigar mucho más, por ejemplo, sobre la provincia de Santa Marta. Hemos avanzado más en el conocimiento de lo que era la antigua provincia de Cartagena, pero hay menos pasos sobre la provincia de Santa Marta y La Guajira”, destacó Meisel.

Y agregó: “Otra cosa que quisiera destacar de Fals Borda es su compromiso con la investigación. Toda la vida. Siempre estuvo, desde temprana edad, en la investigación. Todas las obras hay que verlas en su contexto. No hay obras definitivas. Vamos avanzando y se van abriendo caminos. Y yo creo que eso es lo que hubiera dicho Fals: las nuevas generaciones lo que deben hacer es seguir avanzando. El conocimiento, cualquier ciencia, es un proyecto colectivo que nunca acaba”.

UA adelanta un homenaje al centenario

En el marco de la declaratoria del 2025 como el Año de Orlando Fals Borda, la Universidad del Atlántico ha organizado una agenda académica y cultural para rendir homenaje al legado del sociólogo barranquillero. Entre las actividades, se encuentra un concurso universitario dirigido a estudiantes, docentes y egresados de la Facultad de Bellas Artes, que busca la creación de un objeto escultórico contemporáneo que represente el pensamiento crítico y el compromiso social de Fals Borda.

También se realizará un seminario internacional del 20 al 22 de agosto, con la participación de reconocidos científicos sociales nacionales y latinoamericanos, así como líderes sociales, políticos y comunidad en general.

“Conmemorar el Año Orlando Fals Borda es honrar la vida y obra de uno de los pensadores más influyentes de América Latina, cuya visión transformadora de la investigación social sigue siendo una guía para las universidades del país. Desde esta alma mater reconocemos su aporte invaluable a la educación, la democracia y la justicia social”, dijo a esta casa editorial el rector de la Uniatlántico, Danilo Hernández.

El revolucionario de la sociología y su metodología IAP

Acevedo sostuvo que Fals insistió en la sociología comprometida al servicio de la transformación social, lo que significó mirar al campo, a las clases populares y a los sujetos excluidos históricamente. Por ende, más allá de documentar, también reivindicó la historia de resistencia de los pueblos de esta región.

“Eso, de alguna manera, marcó una pauta para toda la sociología que se hace aquí en Colombia y en Latinoamérica, en general. Es una figura fundamental para este cúmulo de conocimiento”, argumentó.

No obstante, una de sus mayores contribuciones fue la creación del enfoque Investigación-Acción Participativa (IAP).

“Es una metodología que implica romper esa figura del investigador como observador externo. La IAP no se limita simplemente a la comprensión, sino a la transformación de lo social. Es decir, en tanto existan posibilidades de cambio y que esas investigaciones puedan llevar a un beneficio, a un bienestar”, añadió.

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Actualmente, este modelo es utilizado en distintas disciplinas, tales como la educación, la antropología, el trabajo social, incluso en estudios de género. Lo que demuestra la apropiación de esta metodología en las academias.