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El anuncio de la muerte del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano y uno de los más aclamados en el mundo, sigue desencadenando miles de reacciones en todo el globo. Reacciones que vienen acompañadas de profunda tristeza, agradecimiento y anécdotas conmemorativas en quienes interactuaron, así fuese brevemente, con Jorge Mario Bergoglio, su nombre secular.

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Lo cierto es que, a pesar de haber sido poco el relacionamiento, algunos párrocos de la ciudad lo recuerdan como cercano y asegura que su principal legado reposa en su devoción al Evangelio y su búsqueda inagotable por cultivar la paz, el amor y la esperanza.

Alfredo Guzmán, párroco de la Iglesia San José, dijo a EL HERALDO que la muerte del papa Francisco representa un dolor inmenso para la humanidad, especialmente para los más pobres y discriminados del mundo.

“Él fue la voz de los sin voz. No solo fue papa, fue también un verdadero hijo de Dios que actuó con profunda entrega, no únicamente desde su rol papal, sino también como sacerdote, como jesuita y como un religioso íntegro y comprometido. El Papa Francisco fue consuelo para muchos, la encarnación del amor de Dios para la humanidad. Nunca lo olvidaremos. Su legado quedará en nuestros corazones y en nuestro paso por esta tierra”, dijo a EL HERALDO.

Asimismo, recordó las ocasiones en las que pudo tratar con él en Argentina. El párroco rememora haberlo saludado varias veces en la Catedral de Buenos Aires y haberlo visto caminar por la ciudad, subirse al transporte público de esta capital, así como los desayunos que tuvo en distintos cafés en la Plaza de Mayo, en especial en el restaurante El Cabildo donde era muy querido por todos.

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Por otro lado, el padre Luis Felipe Gómez, rector del Colegio San José Barranquilla, catalogó al papa Francisco como el que siempre ahogó por el diálogo y condenó las guerras. Además, mencionó las encíclicas que deja el Santo Padre al mundo.

La primera sobre el cuidado de la casa común, la cual evoca la importancia de la ecología integral y del cuidado de la naturaleza. Y la fraternidad universal, que invita a reconocer a los otros y trabajar con ellos por el bien común.

“El papa Francisco, primer papa jesuita en la historia, marca la historia de la compañía de Jesús en su servicio a la iglesia. Resalta que la participación de los Jesuitas en su misión es la de servir. La de estar cerca del pueblo de Dios, como decía el papa: oler a oveja”, dijo el padre Gómez.

Y agregó que con las reuniones de los Jesuitas siempre les enfatizaba nunca descuidar la centralidad en la espiritualidad, es decir, tener al Señor en el centro de sus vidas. Y, en segundo lugar, mantener siempre la alegría en la misión.

A su turno, el padre Andrés Felipe Andrade, formador del Seminario regional de la costa Atlántica Juan XXIII y delegado de la Pastoral vocacional de la Arquidiócesis de Barranquilla, también destacó sus interacciones con el obispo de Roma, en la que en una breve, pero significativa, interacción personal logró invitar al Papa a Colombia y pedirle la bendición de estampas y rosarios.

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“Yo tenía un contacto constante con el Santo Padre, lo escuchábamos mucho, lo teníamos muy cerca. El día en que le fui su monaguillo, pude percibir en él una persona muy humilde, sencilla y cercana. Yo tenía 20 segundos para encontrarme con él y darle un mensaje o hablarle de algo. Lo primero que hice fue invitarlo a Colombia en ese tiempo, 2014. Después saqué del bolsillo de mi pantalón un montón de estampas de la Virgen de Guadalupe y unos rosarios que tenía. Y le dije: “Santo Padre, necesito que se me pueda hacer el favor de bendecirme estas imágenes””, finalizó.

Para el sacerdote, ha atravesado la coyuntura con un sabor agridulce. Puesto que estaban viviendo días felices por la celebración de la Semana Santa y la Pascua, y con la noticia sintieron un golpe muy duro que los llevó de la alegría a la tristeza. No obstante, asegura que intenta mantenerse alegre puesto que tiene la certeza de que un papa ha entrado al cielo.