Han pasado más de dos años desde aquella “noche pésima”. Así cataloga el afectado Tomás Saltarín la tragedia invernal que cambió para siempre la vida de más de 100 familias en Piojó. Y es que en el sector del cementerio –la zona afectada– lo único que avanza es el tiempo, porque los damnificados, tras todos estos meses, siguen sin casa, más pobres y endeudados.
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Ante esta panorama de abandono, la Contraloría General del Nación realizó un recorrido por los antiguos hogares de los afectados en horas de la mañana de este viernes 21 de marzo.
El vicecontralor, Carlos Zuluaga, denunció que la situación sigue sin avances significativos y que las intervenciones por de la Unidad de Gestión del Riesgo en el lugar han sido lentas y desastrosas.
La entidad explicó que la Ungrd compró un lote por 1.200 millones a 4 kilómetros del casco urbano para hacer 249 reasentamiento de las familias; sin embargo, han transcurrido dos años y medio y la unidad anunció que no realizaría el proyecto porque queda muy lejos el terreno, y que, en su lugar, harán un estudio para verificar si la zona afectada se puede recuperar para construir las viviendas en donde ocurrió el desastre.
“Después de casi dos años y medio de haber ocurrido esta tragedia aquí en el municipio de Piojó, hay dos cosas que todavía siguen inciertas. La primera de ellas, las causas reales sobre las cuales se produjo esta calamidad. Y lo segundo, también podemos ver que las intervenciones de la unidad han sido lentas y desastrosas. Lentas porque, por ejemplo, después de dos años y medio no hay un plan integral de reconstrucción. Puede haber un terreno, pero lo que hay es un diagnóstico de que el terreno, tal como lo dijimos hace más de un año y medio, no es el apto para hacer un proceso de reasentamiento”, indicó el encargado.
Por ende, añadió que la Contraloría le solicitó a la Ungrd el plan de ruta de intervención para atender la grave situación que padecen.
“Lo preocupante es que hoy uno no sabe a ciencia cierta cuántos recursos la unidad va a invertir en Piojó. (…) Necesitamos conocer ese plan y ese cronograma claro de intervención que va a haber en Piojó. No hay una una acción inmediata que uno muestre que la gente o la comunidad está contenta y esto pareciera que fuera como un punto olvidado para la unidad de gestión del riesgo”, agregó Zuluaga.
Finalmente, sentenció que tramitarán las investigaciones a la Procuraduría para que tome cartas en el asunto.

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Los restos de la tragedia
A los escombros de las casas destruidas los cobija la maleza. Ya no hay rastro humano en las viviendas detrás del cementerio, y están ahora bajo el poder de la naturaleza. Pero los restos no son solo materiales, sino también el suplicio que cada día cargan los afectados por esta crisis.
“¿Que por qué volvimos a construir sobre estos terrenos? Pues por necesidad”, expresó Tomás Saltarín, habitante al que se le cayeron cuatro casas.
Su amigo, Adriano Emitola, levantó su vivienda y se endeudó con un total de 30 millones de peso para hacerlo. Y el señor de edad indicó que aún no se mudan, porque les sigue faltando dinero para terminar las obras.
“Ellos no nos han dado ninguna ayudita. Ni una pala, ni cemento y menos para un ladrillo. Nada”, reconoció, muy triste, Emitola.
A su turno, Mireya Alonso adquirió una deuda de más de 50 millones de pesos para reconstruir su casa.
“Estamos pasando necesidades, pero hice mi casa de nuevo. Eso tiene varilla como usted no se imagina. Y por eso digo que mi casa no se vuelve a rajar nunca más”, aseguró la mujer.
Y durante la mañana, horas antes de la reunión, Santiago Molina se paseó por los restos de su antiguo hogar, y entre sollozos recordó: “Esta fue mi casa por más de 40 años. Aquí nacieron y criaron mi hijos. Ahora estoy en la calle, pobre y pagando 600 mil pesos mensuales en arriendo. Mi única esperanza es la respuesta de este gobierno”.