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El riesgo de un apagón en Colombia en los próximos meses se ha convertido en una preocupación que aumenta. Aunque las alertas han estado activas desde principio de 2024 debido al impacto del fenómeno de El Niño, que dejó los embalses en los niveles más bajos de los últimos 40 años con un 28,5 %, los expertos del sector energético coinciden en que la situación cada vez es más crítica y los correctivos no se han tomado.

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La llegada del fenómeno de La Niña, que tanto se esperaba en este trimestre del año para recuperar el nivel de los embalses, según los expertos, no se ha consolidado conforme a los pronósticos iniciales.

De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), hay un 66 % de probabilidades de que las lluvias lleguen al país durante el trimestre de septiembre, octubre y noviembre, y que persista hasta el invierno 2024-2025 con un 74 % de posibilidad.

A esta compleja situación que vive el país por las condiciones climáticas se le suma la estrechez entre la demanda y la oferta de energía.

En ese sentido, según los expertos, los balances entre la oferta de energía firme –la que se puede generar siempre sin importar la condición climática– y demanda se están estrechando cada vez más.

Con un “colchón” de energía firme en Colombia, que podría alcanzar un nivel de hasta el 15 %, se prevé que para el 2025 este margen se reduzca al 2,1 %, para el 2026 caerá al 1 %, y para 2027 se tornará negativo con un -1 %.

Es decir que se proyecta una reducción significativa en los últimos años. Aún con la entrada de proyectos en el 2028 de la subasta de febrero de este año, el margen solo aumentaría dos puntos porcentuales.

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Es de anotar que los gremios energéticos vienen advirtiendo de un tiempo atrás sobre los riesgos que podría enfrentar el sector en el corto plazo.

Natalia Gutiérrez, presidente ejecutiva de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen), sostuvo que “este es un llamado que llevamos haciendo hace ya casi 3 años y, además, esta situación era previsible. El modelo eléctrico colombiano es de los más confiables y eficientes del mundo, pero necesita señales de política pública a tiempo para que este funcione”.

Agregó que la ausencia de estas señales “nos tiene hoy en la situación de estrechez de energía que estamos viviendo, que se suma a un fenómeno de La Niña que no ha llegado y a un nivel de embalses bajo. Luego del pasado ‘Niño’ los embalses terminaron en mínimos críticos”, indicó.

Señaló que, según la Unidad de Planeación Minero-Energética (Upme), a partir del año 2027 no habrá suficiente energía firme para cubrir toda la demanda, lo que significa que si ocurre ‘El Niño’ o sequías prolongadas habría racionamientos de energía.

Esto está generando una situación alarmante de los embalses que están apenas sobre el 50 %, lo que llevó a la activación del mecanismo de sostenibilidad de la confiabilidad dispuesto en el Estatuto para Situaciones de Riesgo de Desabastecimiento que existe para atender estas coyunturas.

Demanda versus oferta

De acuerdo con la información de XM, en 2021 entró solo el 7 % de la nueva energía esperada; en 2022, el 28 %, y en 2023 ingresó apenas el 17 % de lo esperado. Y en lo que va corrido de 2024 ha ingresado el 13 % de la energía esperada.

Además, en transmisión hay líneas que no han podido empezar a operar y que son fundamentales para transportar la energía hacia diferentes regiones del país.

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Por lo tanto, una situación como la que recientemente se vivió con un fenómeno de El Niño muy fuerte y de la que se logró salir “victorioso” gracias a la entrada a tope de las térmicas –que mantuvieron al país encendido–, dejó un mensaje contundente sobre la necesidad de aumentar la oferta de energía firme con entrada urgente de los nuevos proyectos energéticos.

Es por ello que el temor de un nuevo apagón en el país, como el que se vivió entre el 1992 y 1993 durante el gobierno de César Gaviria, es latente, aunque por otros motivos diferentes de aquella época, así lo aseguró el ex ministro de Minas y Energía y experto en temas energéticos Amylkar Acosta.

Un apagón que actualmente vive Ecuador con racionamientos diarios entre 8 y 14 horas. Una crisis energética entre otras causas por las sequías y la dependencia mayormente de las hidroeléctricas, tal como le ocurrió a Colombia en su momento, señaló Acosta.

Aunque las circunstancias actuales en Colombia son muy diferentes de las que llevaron al país a un severo racionamiento de energía hace 32 años —cuando incluso se adelantó una hora para aprovechar más la luz del día y maximizar la limitada energía disponible—, el riesgo de un nuevo desabastecimiento sigue siendo real.

Para el exministro, la principal causa de la crisis energética que enfrenta el país es la falta de reconocimiento de la gravedad del problema por parte del Gobierno actual. Critica al ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho, por no admitir la existencia de una crisis.

Es el “negacionismo lo que más daño le ha hecho y lo que más ha contribuido al riesgo en que estamos de un apagón. Para él no hay crisis. Todo está bajo control”, expresó el exministro.

EL HERALDO

Cuestionó además que, aunque niega la crisis, aprobó en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) pasar de vigilancia a riesgo el estado del sector eléctrico.

Asimismo, activó el Estatuto de Prevención de Desabastecimiento de Energía “y dice que no hay crisis. Dice que aquí no hay escasez de gas natural, que ese es un cuento, que esa es una narrativa, que aquí lo que hay es un acaparamiento del gas y decreta el racionamiento programado de gas”, expuso el experto.

Puso de presente que la falta de gas pone en riesgo la generación térmica que está operando cerca del 40 % de su capacidad. Y el 70 % de las térmicas necesitan del gas para trabajar.

Advirtió que si en la primera semana de diciembre los embalses no superan el 60 % está “cantado el racionamiento”.

A esta problemática se suma el poco margen entre la demanda y la oferta. “La demanda por energía nuestra está alrededor de 230 gigavatios hora al día. Y la oferta en firme de energía está alrededor de 240 gigavatios hora al día. Es decir que el margen es de 10 gigas que corresponde al 4,3 % entre la oferta y la demanda. Si una planta importante tiene que entrar a mantenimiento, ya tenemos racionamiento de energía inmediatamente”, explicó.

En esa misma línea, el también ex ministro de Minas y Energía Juan Camilo Restrepo mostró su preocupación por la escasez de gas. Esta coyuntura obligará al país a importar más gas, el cual resulta más caro. “De manera que más que un apagón de gas va a haber un encarecimiento de gas.

Para Restrepo, del año 1992 a la fecha el país, desde el punto de vista institucional y de regulación del sector energético, se ha modernizado. Hoy existen instrumentos eficaces que bien manejados pueden evitar un apagón como hace 32 años.

Sin embargo, consideró como grave la serie de atrasos en las líneas de transmisión, como es el caso de la energía eólica que se producirá en La Guajira, que no tiene aún una red disponible para “sacar la energía y colgarla a la red de interconexión nacional”, expuso.

El exministro fue enfático al referirse al manejo politizado en los anuncios energéticos. Para él se debe respetar la institucionalidad de la Creg, de la cual todavía no se ha completado el cuórum requerido con sus delegados técnicos. “Que el Gobierno entienda que hay que actuar con diligencia en vez de discutir con diligencia”.

Y agregó: “Yo veo que esto se ha politizado mucho, sobre todo por parte del discurso y el lenguaje gubernamental. Lo que hay es un apagón institucional”.

Señaló que es indispensable que entren pronto los nuevos proyectos que están programados desde hace mucho tiempo.

Desde el Gobierno

Ante los bajos niveles de los embalses por la falta de lluvias, Adrián Correa Flórez, director de la Unidad de Planeación Minero-Energética (Upme), señaló que Colombia, al ser un país altamente dependiente de las hidroeléctricas, principalmente tipo embalse, el sector energético sufre las consecuencias de los fenómenos atmosféricos.

“Esto se sabía desde hace muchos años, pero el país no lo pudo prever, ni planear, no tuvo la suficiente visión y planeación hace ya muchos años”.

Enfatizó que Colombia tiene un sistema robusto; sin embargo, se encuentra en un estado de vigilancia constante. “Decir que no hay riesgo de racionamiento no quiere decir que estamos tranquilos y relajados”.

Reiteró que están haciendo un seguimiento muy cercano y acelerando la entrada de los proyectos. “Estamos lanzando las señales para robustecer el sistema desde la infraestructura, que es lo que le corresponde a la unidad”.

Ante la actual crisis, sostuvo que es necesario el concurso de todos, ciudadanía, empresas y también de los agentes para cuidar la energía y el agua.

Lo que necesita el sector

De acuerdo con los expertos del sector energético, a la fecha el nivel de embalses está en el 53 %, cuando debe estar por encima del 58 % y para finalizar noviembre debería alcanzar el 67,8 %.

Reiteran que se necesita un seguimiento continuo de parte del Gobierno y no negar la crisis que podría materializarse en corto plazo.

Además insisten en la expansión y entrada urgente de proyectos de todas las tecnologías. Dicho lo anterior piden convocar a una nueva subasta para cubrir el eventual déficit de energía firme. Definir los nuevos mecanismos que permitan la contratación de energía y reducir el impacto del precio de bolsa para los comercializadores expuestos.

Finalmente piden cuanto antes iniciar una campaña nacional de ahorro de agua y energía, y establecer una compensación para los usuarios por usar menos energía y por vender en caso de que tengan autogeneración en sus casas o comercios.

Modelo eléctrico colombiano, entre los más confiables y eficientes del mundo

Después de los 343 días de racionamiento en Colombia entre marzo de 1992 y febrero de 1993, se implementaron importantes reformas que fortalecieron el sistema energético del país.

Estas acciones lograron que el sistema se mantuviera robusto a pesar de condiciones climáticas adversas. Las discusiones sobre las reformas se centraron en cuatro áreas clave:

-Propiedad: se permitió la entrada de empresas privadas en el sector eléctrico, antes manejado únicamente por el Estado.

-Institucionalidad: se crearon nuevas entidades, como la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) para regulación y la Upme para planificación. Además, se estableció la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios para proteger a los usuarios.

-Solidaridad: se instauró un régimen de subsidios, financiado mediante contribuciones parafiscales o aportes presupuestales.

-Confiabilidad: Se adoptó un marco legal y regulatorio unificado para las empresas de servicios públicos, sin importar su naturaleza de propiedad.

Estas reformas fortalecieron la institucionalidad del sector, generando confianza en el sistema energético colombiano.