Con un fin conmemorativo, más que histórico, descendientes de japoneses levantan en Usiacurí, Atlántico, un Torii o arco tradicional japonés que para la religión Sintoista representa una puerta de acceso a un santuario y donde espiritualmente marca transición de lo mundano a lo sagrado.
-Hola, buen día, ¿sabe dónde viven unos nietos de japoneses que van a hacer un monumento acá en Usiacurí? ¿Conocen la casa? ¿Alguien sabe llegar?
-Eche, japoneses… Te la fumaste verde qué…
-Te mamaron gallo, compa’e…
-¿Donde venden arroz chino?...
-Joda sí, te mamaron gallo…
Así respondieron unos habitantes de Usiacurí, apostados en una esquina y que se dedican al mototaxismo en la población.
Una historia que pocos conocen, al menos las nuevas generaciones de usiacureños y en el resto del Atlántico, es que una legión de japoneses llegó a este terruño del centro del departamento el siglo pasado, hacia el año 1918.