A Angélica Cifuentes es imposible no mirarla. Es trigueña, de contextura fuerte y ojos marrones, y resalta al ser la única mujer en un grupo de hombres que, con atarraya en mano, se alistan para adentrarse al tajamar occidental de Bocas de Ceniza, donde desemboca el río Magdalena con el mar.
Su rutina se inicia a las cinco de la mañana. Ella desempeña las mismas labores de los demás: arrastra la canoa, carga los trasmallos y rema. Así son las faenas de pesca de Angélica, más conocida como ‘La Mona’.
Es pescadora desde hace quince años gracias al legado familiar que le dejó su padre, trabajador incansable, quien le enseñó las particularidades de la pesca artesanal en las aguas del río Magdalena y el mar Caribe.