Nariño, Cauca, Chocó y Valle del Cauca tienen en común el 'don del sabor'. A los cuatro departamentos del Pacífico los une una vasta riqueza natural, cultural, turística y gastronómica.
Precisamente el viche, considerado 'el sudor de la caña', es uno de los atractivos que se impulsa en estos territorios. A cuestas, la bebida lleva la resistencia y las tradiciones de las comunidades negras del Pacífico.
'El viche lo transformamos en diferentes bebidas; está presente desde el nacimiento y hasta la muerte', cuenta Rosmilda Quiñones, reconocida matrona y miembro del comité Destila Patrimonio.
La bebida alcohólica, elaborada a partir de la caña nativa, es sinónimo de vida al interior de cada comunidad. Es usada como medicina tradicional y como base para la producción de otros licores.
Maestros yerbateros o parteras aprovechan el viche para curar heridas, sanar mordeduras de culebras y hacer 'sobijos' que sacan el mal de ojo y el espanto.
Es usada, además, para los cólicos y, mezclado con ajo, para el control de los parásitos. También facilita, a las mujeres de las comunidades, la concepción de hijos.
'Los más viejos antes de hacer cualquier actividad en las mañanas se toman un trago como si fuera su tinto, para ellos significa una bebida que los fortalece y que los protege en el monte contra las picaduras de culebras', asegura Milady Garcés, presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio de Buenaventura.
Una partera tampoco puede asistir un parto si antes no se bebe un trago de viche. 'Si no lo hace, ni trae al bebé ni salva a la mamá', testifica Garcés, mientras explica que en el Pacífico este conocimiento ancestral se transmite de generación en generación.