La tranquilidad del cementerio Los Olivos, ubicado en la Vía al Mar, fue irrumpida este martes a las 11:05 a.m. por el potente sonido del turbo El Gran Pijuán, picó que soltó lo mejor de su repertorio para darle el último adiós a su creador, Luis Eljaiek, conocido dentro de la cultura verbenera como Chicho Pijuán.
Una mujer de tez blanca que rezaba con total concentración el rosario frente a una tumba en el jardín número 2, dejó a un lado su ritual para fijar su mirada en la multitud que acompañaba el féretro en el que era trasladado hacía el horno crematorio el hombre criado en el barrio La Alboraya y que falleció el pasado domingo a sus 68 años tras sufrir un paro respiratorio.
Los familiares y amigos de este impulsor de la música afroantillana en Barranquilla a través de su potente Pijuán, no lo dejaron solo el día de su sepelio, antes por el contrario hasta se animaron a bailar antes de decirle adiós.
Gabriel Llerena, amigo y coequipero de Chicho, conocido como Pastrana quien prometió musicalizar el velorio, cumplió su palabra a cabalidad y trepado en un furgón blanco que transportaba el turbo, comenzó a programar desde la tornamesa como si se tratase de un baile en los sectores más populares de la ciudad.
Por los parlantes del potente turbo que fue trasladado desde el barrio La Alboraya, se escapó por el aire la melodía del tema La cuna blanca de la orquesta La Selecta, para hacer así su ingreso al camposanto. Los aplausos llovieron mientras siguieron temas como El Títere, El pasito dominicano y placas como 'Aquí suena El Pijuán, El Rey de la Galaxia’. Sus amigos más cercanos se animaron a cargar el cajón color marrón, mientras que otros prefirieron bailar durante el corto, pero emotivo recorrido.