En la era de las pantallas digitales, un simple títere de guante llamado Aragoz todavía atrae al público egipcio con escenas cómicas que muestran cómo el humor y el ingenio pueden derrotar a los matones y corruptos.
Con su cabeza de madera, sombrero cónico, grandes ojos negros y bigote pintado, Aragoz perpetúa en Egipto el arte de la sátira, ridiculizando a los todopoderosos.
En un mundo donde las pantallas transmiten espectáculo ininterrumpidamente, un puñado de titiriteros egipcios hacen reír a espectadores, sobre todo a los niños, contando las hazañas ancestrales de los Aragoz.
En un pequeño teatro de marionetas, en una casa otomana del barrio histórico de Gamaleya, en El Cairo, Aragoz sale vestido con abrigo rojo y habla con su característica voz estridente.
'¿Qué quieres?', le pregunta a un personaje antipático llamado ‘fetewa’, término utilizado hasta los años 1950 para designar a un jefe de barrio. El patán quiere luchar para ver quién es el más fuerte. 'El que gane obtendrá el apoyo del público', fanfarronea.
El héroe se abalanza sobre él y le pega, antes de echarlo de la escena. '¡Fuera!', grita Aragoz bajo una lluvia de aplausos.
Justas verbales
Desde hace unos diez años, la tropa Wamda organiza cada semana representaciones gratuitas y talleres con capacidad para 200 personas en Beit al Sehimi, una mansión otomana restaurada y transformada en centro cultural.
En ocasiones las fiestas rurales o populares musulmanas incluyen espectáculos de aficionados del género de marionetas de guante Aragoz, pero sólo Wamda practica la disciplina asiduamente y respetando las reglas del arte.
'A medida que fui creciendo me enamoré de los Aragoz. En realidad le gustan a todo el mundo', explica Sabry Metawly, uno de los últimos titiriteros que practica, junto con Wamda, este arte egipcio incluido en 2018 en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la Unesco.
Gracias a los Aragoz la gente puede desafiar y derrotar a sus enemigos, dice. Coloridos, burlones, tercos y a veces vulgares, los personajes suelen reflejar la sociedad egipcia. Se enfrentan a antihéroes, tiranos, policías o extranjeros, en verdaderas justas verbales.
'Los Aragoz critican con humor las acciones de los poderosos y resisten a los corruptos', afirma Nabil Bahgat, fundador de la compañía. 'Pero no toman como blanco a personalidades o dirigentes concretos de la política actual'.
Pese a la actual represión contra la libertad de expresión en Egipto, desde la llegada al poder del presidente Abdel Fatah al Sisi en 2014, los Aragoz no se han visto afectados por la censura, porque se mantienen 'dentro de los límites autorizados', según Bahgat.
Como ya hizo su padre, Metawly actúa desde hace más de medio siglo, manipulando una marioneta en cada mano, en estas piezas populares que se transmiten oralmente de generación en generación.