Compartir:

En medio de un siglo en que lo más llamativo para los jóvenes son las nuevas tecnologías, en las que suelen invertir su tiempo y dedicación, el colegio Goretti de Cartagena se ha puesto en la labor de inculcar en sus pequeños el amor por sus tradiciones culturales.

Para lograr este cometido, la institución se propuso generar un espacio de aprendizaje e interacción cultural. Es así como nace la Escuela de Arte Eskala, lugar que tiene como lema 'El arte de cantar y bailar'.

Para Miriam Negrete, docente de canto de la escuela, esta propuesta es una oportunidad para los niños pues, según afirma, los mantiene ocupados con algo que los va a educar, y no se trata solo de una distracción temporal.

'Muchas veces los chicos se vinculan al proceso por curiosidad y poco a poco se van enamorando de lo que aprenden. Encuentran en el folclor una pasión que no conocían', manifestó.

El cuerpo de docentes que lleva las riendas de esta escuela de formación artística está conformado por Esneider Barrios, quien se encarga de la formación en acordeón; Heiner Banda, que les enseña a los pequeños a manejar la percusión folclórica; Ludys Cordoba, docente de gaita; y Miriam Negrete, quien los educa en sus habilidades de canto.

'Actualmente contamos con unos 60 estudiantes, con ellos creamos el grupo Son Gorettiano y centramos nuestra enseñanza en el rescate de los ritmos que se han perdido con el tiempo. Hoy en día las cantadoras de bullerengue son mujeres de avanzada edad y muchos niños ni siquiera conocen este ritmo, entre otros, por lo que consideramos de vital importancia no permitir que se pierdan estas memorias', explicó Negrete.

El conjunto de docentes concuerda en que, al estar esta escuela ubicada en un colegio, la voz de lo que se realiza en ella se riega de manera más eficiente y, aunque llevan solo un año en este proceso, se sienten 'felices' de lo que han logrado hasta ahora.

Su misión en adelante, como aseguran, es contagiar a otras instituciones a seguir su ejemplo y motivar a sus estudiantes a enamorarse de sus raíces y todo lo que reflejan, no solo el canto del bullerengue o el vallenato, sino todas las tradiciones que identifican a la Costa Caribe y sus habitantes.

'Muchos de nuestros chicos nunca habían visto una gaita o un llamador, pero es gratificante ver que ahora no lo quieren soltar', finalizó Negrete.