Puede que, en alguna medida, todos nos parezcamos a Homero y a su retorcida familia. Que nos identifiquemos con su torpeza o su irreverencia, con las travesuras y la nobleza de Bart, la curiosidad de Lisa o la bondad de Marge. Que nuestras tías tengan 'algo' de Patty y Selma y que Springfield, aunque sea una ciudad ficticia, parezca el lugar ideal desde donde señalar los excesos de la sociedad occidental.
Los Simpson, la primera serie de dibujo animado para adultos de la historia, ha sabido cómo retratar y exagerar los estereotipos de la perfecta familia disfuncional contemporánea. Lo ha hecho desde hace 30 años (Maggie cumpliría 31 años el próximo 16 de junio), intentando siempre que sus integrantes lleguen sanos y salvos al sillón principal de su hogar.
El primer episodio se emitió en diciembre de 1989, un año convulso marcado por hechos que cambiaron el mundo: el fin de la Guerra Fría, de los regímenes militares en América Latina y la caída del Muro de Berlín, coyunturas que la serie se ha encargado de recrear y reseñar, ya sea través de las memorias del abuelo y del profesor Skinner, o de parodias representadas por sus propios personajes, logrando que Los Simpson se conecten con la historia tanto como con la actualidad.
Así las cosas, Homero y compañía no solo han enfrentado experiencias alocadas mientras Abraham J. Simpson hace un épico resumen de La Odisea; también mientras se crea la World Wide Web, Michael Jordan deja la NBA, muere el Papa Juan Pablo II, sale al mercado el primer iPhone y nace Instagram. (Ver infografía)
Este hecho, el que esta serie animada esté al día con los conflictos sociales y políticos de la sociedad para burlarse de nuestro comportamiento, 'permite que el espectador se cuestione sobre cómo asume sus propias realidades', considera María Eugenia Hernández, antropóloga y catedrática de Los Simpson en la Universidad del Rosario de Bogotá.
'Los Simpson tienen la capacidad de generar desprevenidamente un pensamiento inteligente frente a la sociedad, más allá de la norteamericana porque aunque los acontecimientos son extraídos de sus situaciones cotidianas, la familia logra una identificación en todos nosotros', explica Hernández.
Se trata entonces de un sentido de la oportunidad controlado por su creador Matt Groening para hacer el chiste correcto en el momento oportuno, una de las razones por las que Los Simpson calan hondo y siguen divirtiendo con y a pesar del tiempo, que pasa para todos menos para ellos.
'Es lo que hace la sátira y la comedia griega: confronta la sociedad consigo misma a través del humor. Así como la caricatura exagera los rasgos más prominentes del rostro, la serie exagera ciertos rasgos de la humanidad para reírse de ella', agrega Hernández, invitada a la celebración de Fox Channel, un conversatorio junto al periodista y escritor Daniel Samper Ospina.
'Por ejemplo, vemos en (Seymour) Skinner una figura de autoridad a la que le da ‘mamitis’. Como el dictador que obedece a la mamá, la serie apela a paradoja como una forma en la que permanentemente expresa cómo es la sociedad. Así como Homero, el más idiota tiene el trabajo más riesgoso', es una de las consignas de Samper Ospina.
Para el escritor, la serie 'señala los excesos de la sociedad para que se oxigene en medio de esos excesos'.