El sonido de las cartas al golpear la mesa solo era opacado por sus risas. Un viernes, a las cuatro de la tarde, siete jóvenes se encontraban en una tienda de juegos para retarse los unos a otros en Magic, un juego de cartas coleccionables diseñado en 1993 que hoy está tomando fuerza en la comunidad friki barranquillera.
Esa no era una sesión de juego cualquiera. Se preparaban para un evento grande y, por supuesto, querían ganar, sobre todo Luis Santos, de 30 años, que no dejaba de sumar cartas a su desk mientras hablaba de lo orgulloso que se sentía de ser un friki consumado.
'Este tipo de comunidades tienden a ser muy apasionadas con lo que hacen. Siempre que nos mencionan, sea positivo o negativo, lo celebramos', aseguró.
Pero no siempre los frikis se sintieron así. Hace unos años decir que se era seguidor de Star Wars o apasionado por los cómics era todo un acto de valentía. Hacer pública la afición a, por ejemplo, los juegos de rol era asegurarse una que otra mirada extrañada y recibir etiqueta de friki o geek a modo peyorativo, porque si se reflejaba ante desconocidos solo había dos posibilidades: que se convirtiesen en amigos para toda la vida o en objeto de burlas.
Sin embargo, la expansión de las industrias culturales a nivel mundial ha permitido que quienes se identifican con este tipo de pasatiempos y gustos gocen de gran acogida y hoy puedan celebrar el Día del Orgullo Friki, una fecha en la que se busca derribar estigmas y unir a aquellos cuyos pasatiempos los convierten en científicos de la ficción.