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Los imaginarios creados por 'los blancos' suelen 'sesgar y estereotipar' a los indígenas colombianos, por lo que el cineasta Luis Tróchez Tunubalá, miembro de la etnia Misak, quiere 'colonizar los imaginarios del indio' para acabar con los prejuicios que persisten sobre estas comunidades.

'Ser indígena no es sólo encasillarnos en un cuadrito. Si no cabes ahí no pierdes identidad, sino que (esta) se transforma dependiendo del tiempo y espacio', expresó a Efe Tróchez con la claridad de un pensamiento bastante meditado.

Por eso, su mayor motivación para realizar sus proyectos como realizador audiovisual no es el de llegar a festivales internacionales o ganar premios, sino mostrar la humanidad de los indígenas Misak alejada del folclor con el que siempre representan a su comunidad.

Para Tróchez, 'los blancos' (la forma en la que se refieren a las personas no indígenas) han creado unos 'imaginarios que sesgan' y que llenan de estereotipos a los indios al describirlos como 'salvajes que viven allá, lejos'.

Vestido con su tradicional camisa de algodón, ruanas oscuras, una inconfundible falda azul y botas, Tróchez participó junto a otros miembros de los pueblos Nasa y Wayú en una conferencia en la Feria del Libro de Bogotá (Filbo) sobre cómo se comunican estos pueblos.

La etnia Misak es una de las 110 comunidades indígenas de Colombia y habitan en los departamentos del Valle del Cauca, Cauca, Putumayo, Huila, Caquetá, Meta y Cundinamarca.

Tróchez narró como ejemplo uno de los episodios que más lo han marcado como indígena: cuando salió de su comunidad ubicada en el municipio de Silvia, Cauca, y se mudó a la ciudad de Cali, Valle del Cauca, para estudiar en la universidad.

Allí, sus compañeros se sorprendieron al ver a un indígena vestido de 'civil' y no usando un taparrabos o cargando con una flecha.

'De Silvia a Cali son dos horas, y en dos horas de diferencia es tanta la ignorancia. Y en una universidad pública ¿Qué me pregunten eso de los Misak? Desde ahí yo empecé a mirar cómo es que nos retratan, cómo es que nos están mirando', señala.

Por eso, busca hacer relevante entender qué es cada ser humano, pero no desde su vestimenta o su lengua, sino desde su humanidad.

'Pero siempre se siente el racismo. Eres visto como el pobrecito o eres visto como ¡oh! el indígena', dice indignado.

Por eso, a partir de las 'no acciones', hechos cotidianos del humano pero que no miramos, encontró un punto en común con los blancos que 'le regresa la humanidad al indio' cuando son visibilizados.

Junto a varios compañeros de la universidad realizó un corto con el que participaron por la beca de comunicación étnica que otorga el Ministerio de Cultura para la creación de un documental de 25 minutos.

El documental, titulado ‘Namisak’ y que está narrado en lengua wampi-misamerawan, se desarrolla entre planos 'sucios' y una imagen a blanco y negro que le quita ese folclor atractivo, del que el cineasta quiere desprender este relato.

'Ser indio también es cepillarnos como cualquier otra persona, ser indio también es ir a la peluquería, es eso', subraya.

'El objetivo siempre fue adentro, mi comunidad, más que festivales, o por ganar premios. Mirémonos al espejo, somos más que esto, somos más de lo que nos miran desde afuera, más que lo exótico', sentencia.