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José Fonseca sufre de exceso de azúcar en su sangre y por eso tiene recomendado no comer dulces. Por su salud, no debería. 'Muy difícil cumplir con eso este fin de semana', dice el sabanalarguero mientras se saborea los labios. En frente de él hay una mesa larga con una variedad de dulces de mango, papaya, guandú, coco con piña y ciruela, que lo invitan a pecar. Más adelante, la invitación se oficializa con una cortina de ciruelas frescas, verdes y maduras, que le recuerdan el dulce sabor de un producto que en ningún otro lugar sabe igual.

'La ciruela que se consigue en Campeche es la más sabrosa de todas. Ninguna como ella', asegura Fonseca, que lleva más de 15 años comercializando este fruto en el corregimiento de Baranoa, Atlántico. Porque lo sabe, atiende a los visitantes de la edición 31 del Festival de la Ciruela sonriente, mientras acerca su mano a un paquete de ellas y se las lleva a la boca.

Durante estos cuatro días, del 22 al 25 de marzo, Atlántico se saborea con una fiesta tradicional que ya ha sido incluida en el programa de conservación del patrimonio del Ministerio de Cultura y que beneficia a más de 400 familias del pueblo. El festival incluye, además de la muestra gastronómica, un reinado intermunicipal y un espectáculo con agrupaciones folclóricas. Y todo, al rededor y gracias a la ciruela.