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En palabras de Nafer Durán, el movimiento conformado junto a su hermano Gilberto Alejandro Durán Díaz, y que hoy siguen nuevas generaciones, 'es una dinastía'. La cosa viene desde que Pío Durán tuvo en sus manos la forma de hacer música, el bisabuelo de esta familia de reyes irrigó la semilla del talento en todo el árbol genealógico. Luego vino el abuelo Juan Bautista Durán con su riqueza melódica y le transmitió el afán de la digitación a Náfer Durán, padre de Naferito y Alejo. Luis Felipe Durán era el mayor de los tíos y otro bastión del grupo.

De forma jocosa, Náfer recuerda, 100 años después del nacimiento de su hermano Alejo, que todos en casa tenían inclinaciones artísticas y que incluso su hermana 'a quien no la dejamos tocar'.

Náfer es 14 años menor que Alejandro Durán y recuerda que 'toco acordeón desde los siete años, con uno que me regaló mi papá. Era un juego, así lo agarraba y lo dejaba luego por ahí y jugaba con los corrales de ganado hechos con totumo y hueso, y donde quiera iba ahí dejaba mi acordeón'.

Los cuatro aires del folclor los aprendieron a tocar con una habilidad única, de tal manera que le permitió a Alejo ser el primer rey del Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar en 1968 y a él en 1976, por lo que sin afán de sonrojo asegura que 'no se nos dificultaba nada, porque nosotros mismos los inventábamos desde que empezábamos a concursar'.

Náfer reconoce que tanto él como Alejo fueron de amplia visión de mundo y sin temor a ‘caminar’, para llevar en sus pasos el vallenato que nació en los potreros y hoy suena en los máximos escenarios del mundo, como el Madison Square Garden, en Nueva York, Estados Unidos.

'Alejandro se fue a caminar por la sabana, porque ninguno en su terruño puede ser rey. Siempre en las tierras de donde nacen las personas nunca dicen que son buenas, ni que son las mejores, siempre afirman que uno toca menos que fulano o sutano y así, entonces era mejor salir a buscar su privilegio', apuntó Náfer Durán, quien además es recordado por ser el primer acordeonero de Diomedes Díaz en el acetato.

Sí le reconocen. Sin embargo, a Alejo Durán hoy se le reconocen el ímpetu de su acordeón, el peso de su melodía. Beto Murgas, investigador musical, experto en acordeones, compositor y seguidor del primer rey, hace referencia a su huella dentro del folclor.

'Alejo es un paradigma y quizás no solo porque haya sido el primer rey, sino por todo lo inmerso que está en su existencia como ese ser íntegro, como una persona que todos los que estaban en su entorno eran sus amigos, además por toda la proyección que le dio al vallenato, con su imagen tenemos que estar agradecidos. A todas las personas de su época las enalteció, comenzando por Escalona (Rafael), pasando por Leandro Díaz, Toba Pumarejo, para ellos fue un gran soporte Durán', reflexiona Beto Murgas.