Juan y Manuel Flores tienen varias cosas en común. Ambos visten el mismo uniforme azul con el emblema de la Cruz Roja, comparten una vocación desinteresada de servicio a la comunidad y son hermanos.
Una sonrisa o una palabra de agradecimiento vale para ellos cualquier sacrificio. 'Ver luz en los ojos de las personas a las que les tendemos la mano es la mejor recompensa', dice Manuel, quien define a su equipo de rescatistas como 'superhéroes de la vida real'.
Desde muy pequeños, estos hermanos se unieron a la larga lista de voluntarios que prestan su servicio en atención de emergencias, rescate y prevención de desastres incentivados por las ganas de aprender y ser útiles en la sociedad.
Manuel ingresó como voluntario a los 13 años en la brigada infantil y prejuvenil, y hoy es coordinador del programa de Rescate Acuático de la Cruz Roja Seccional Atlántico.
Juan, su coequipero, le siguió los pasos. Tras realizar cursos de nado, rescate y primeros auxilios encontró su vocación al interior de la entidad. Su amor por las mascotas le llevó a ser adiestrador canino y coordinador de Rescate con Perros de Salvamento.
Hoy se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para exhortar a los gobiernos a adoptar medidas y crear conciencia sobre su importante contribución, con la finalidad de estimular 'a más personas en todas las condiciones sociales a ofrecer sus servicios, tanto dentro de su propio país como en el extranjero', cita la ONU.
Solo en el Atlántico la Cruz Roja cuenta con más de 220 voluntarios que trabajan en diferentes programas misionales para el beneficio de las poblaciones vulnerables.
Para Cecilia de Vigna, presidenta de la Corporación de Voluntariados del Atlántico Codafe, que está conformado por 36 voluntariados de diferentes sectores de Barranquilla y cumplió 50 años de existencia, esta es una fecha para darle un reconocimiento a esas personas que 'impulsan el compromiso de mitigar la difícil situación social que vivimos'.
Para Cecilia de Celia, presidenta de la Fundación Ayudemos, no hay una satisfacción más grande que llevar alegría.
Esta fundación, creada hace 35 años, tiene el objetivo de restaurar viviendas que se encuentran en muy malas condiciones de estructura y salubridad para habitantes del barrio Las Flores.
'Dignificar la vida de una persona es lo más grato que existe. Es indescriptible', anotó.
Una misión de familia
Gustavo Ramos y Masiel Meola son más que un equipo de trabajo: son una familia que eclosionó al interior de la Cruz Roja.
Producto de esta unión nació Ivana, una pequeña de siete años que integra las filas de voluntarios infantiles.
'Le debemos a la Cruz Roja habernos juntado. Hoy queremos dejarle a nuestra hija ese ejemplo de lo que es servir',expresó Gustavo, un ejemplo más de que no todos los superhéroes tienen capa o poderes extraordinarios.