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Con la luz de la luna en lo alto, Álvaro José ‘el Joe’ Arroyo volvió a hacer alarde del título de Centurión de la Noche. Esta vez, su nombre brilló al son de las anécdotas que rememoraron sus entrañables amigos de la música. Aquellos que de una u otra forma hicieron parte de la historia del hombre que en Barranquilla se quedó. 

Sentados en medio de la Casa del Carnaval, desempolvando las anécdotas vividas con 'el más grande representante de la música tropical en Colombia', Checo Acosta, Lucho Ojeda, Edwin Gómez, mejor conocido como El Fantasma, y familiares del gran Joe Arroyo comandaron una tertulia en honor al natalicio del intérprete de La rebelión, que el pasado primero de noviembre habría cumplido 63 años. El moderador del evento fue el periodista Fausto Pérez.

Memorias del Checo

'Lo que vivimos cada uno de los aquí presentes con el Joe es como para hacer una película', dijo el Checo Acosta en el inicio de su intervención. 

'Recuerdo que mucho antes de fallecer le dije que iba a escribir un libro y uno de los capítulos se iba a llamar Joe el mentiroso; él siempre me decía con cara de sorpresa: —Eche, ¿por qué?—'.

'Una vez el Joe me dijo que tenía como mil millones, un penthouse en Cartagena y que tenía un Mercedes Benz. Y una vez fui a la tienda a comprar salchichón con pan y gaseosa. Allí me encontré a Pacheco, un amigo en común que me dijo: —hey Checo a la orden, ese es el carro que le presto al Joe— mostrándome el Mercedes. Entonces, me fui para la casa de él y le dije: —Tú si eres embustero y que Mercedes Benz—. Y me dijo: — Ese es de Pacheco, pero yo se lo voy a comprar—. Después, el Joe le compró el Mercedes a Pacheco, más adelante tuvo un penthouse en Cartagena y luego tuvo más de mil millones de pesos. Siempre me decía —hey man, lo que pasa es que la palabra tiene poder, ¿ok?—', relató Checo Acosta con las carcajadas de fondo. 

'También recuerdo una vez que le dije: —Joe, ¿sabes qué me gusta a mí? Cantar donde hay bastante gente, tengo una foto viejo Joe que salió en el New York Times, en las sociales, en un festival colombiano y dice: Festival de la independencia colombiana, más de 500.000 personas. Y salgo yo con una pañoleta de Colombia y bailando—. Entonces él me preguntó: — ¿Cuántas personas es que había?—. —Bueno, el periódico dice que mas de 500.000—. Y me responde: —Eso no es nada, yo estuve en un parque en Bélgica y habían dos millones de personas—. Yo sabía que me lo decía para no dejarse ganar y me lo quedé mirando con esa cara de incredulidad, y le dije: —Nojoda Joe, dos millones de personas no hay ni en Barranquilla—. Y me dice: —Bueno, habían 600.000 para no pelear—'.

'Así era él', cuenta Acosta, 'una persona que siempre mostraba ese niño que llevaba dentro'. 

Anécdotas del fantasma

'Yo recuerdo muchas cosas de amigo, recuerdo que nosotros, los allegados a él, lo cuidábamos de la azúcar. El Joe era un niño, teníamos que cuidarlo. —Hey fanta te metiste a saporiti—, me decía cada vez que le regañaba porque había cosas que no podía comer', relata Edwin Gómez, mejor conocido como El Fantasma.

'Recuerdo una vez que llegamos al aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York. El Joe estaba solo, como cosa rara, yo lo miraba desde lejos y lo vi agacharse a coger una barra de chocolate de las más grandes. Y lo sorprendo desde atrás y le digo: —Álvaro, esa vaina qué es—. Y al verse sorprendido, me abraza y me dice: —un detalle para ti fanta—. Era un genio, no solo para cantar. Era ingenioso, fantasioso y echaba unos embustes, que uno le decía: —hey Álvaro ese embuste no cabe por la puerta—, él tenía una chispa adelantada'.

El Fantasma resalta que del Joe tiene 'muchas anécdotas', pero la que más recuerda es cuando decía: —Fanta lo primero es el corazón, el Caribe, las canciones, lo que se interpreta—. Así fue él, el gran Joe Arroyo que lloraba cuando cantaba Sabré olvidar, ese tema le daba durísimo'.

Lucho Ojeda

'Recuerdo al Joe como la máxima figura de la música tropical, lo recuerdo por lo grande que fue y lo grande que sigue siendo'.

'Siempre tendré presente el inmenso respeto que el Joe le tenía al Festival de Orquestas. Él decía, —me huelen las manos a cobre de tanto recibir Congo de Oro. Y yo sé Lucho que esto es un negocio, pero por mucha plata que tengan los demás, jamás podrán conseguir el amor que el público me tiene a mí—. Y fue ese festival lo que lo consagró, se convirtió en el único artista que jamás necesitó pedir aplausos allí, porque el solo hecho de su presencia originaba que el público coreara su nombre', recuerda Ojeda.

Memorias de Eykol

'Para mí fue impactante darme cuenta que mi padre era mucho más que eso, que era un ídolo', recuerda Eykol Arroyo, una de las hijas del Centurión de la Noche.

Agregó que su padre era un hombre que de cualquier vivencia sacaba una canción. 'Él amaba la música en general, el Joe escuchaba desde un rock alternativo hasta una bachata. Se inspiraba de todo lo que llegaba a sus oídos, desde lo que le comentaban sus amigos, hasta lo que le decía un vendedor de bollos. Así lo recuerdo, abrazando y escuchando atentamente a los recolectores de basura, nadie creía que ese era el gran Joe Arroyo', concluyó Eykol, que como los demás invitados aún tienen en su memoria las historias que vivieron con un Súper Congo de Oro.