La luz del sol sobre la ventana de María Moreno le avisa que es hora de levantarse. Inicia sus labores matutinas y una rutina de belleza que repite todos los días. Peina cuidadosamente su cabello, escoge muy bien su ropa, aplica sobre su rostro un poco de maquillaje, se perfuma y se alista para escuchar un sonido metálico que es parte de su diario vivir desde que era una niña.
El compás no es precisamente una melodía agradable, o un tema que suene en alguna emisora. Es una vibración que se activa cuando ella mueve con su pie un pedal y como si fuese magia saca de un retazo de tela un vestido o un pantalón.
Mary —como es conocida por las calles del barrio Simón Bolívar—, tiene una compañera inseparable con la que le da vida a su inspiración: su máquina de coser, una reliquia familiar que ha sido, casi desde que tiene uso de razón, su mayor sustento y el de su familia.
En este sector popular de Barranquilla, cientos de talegos, pantalones, camisas, jeans, uniformes de colegio, disfraces y hasta vestidos de novia han pasado por el taller de Mary.
'Al ojo', esta mujer oriunda de Chinú, Córdoba, saca las medidas de ancho y largo de la ropa que a futuro usarán sus clientes con la experiencia de quien lo conoce todo en la confección.
'Cuando uno ama lo que hace no trabaja… disfruta y también vive de eso', dice con convicción esta mujer que prefiere no revelar su edad porque 'es más joven que lo que dice la cédula'. Para ella, el trabajo como modista requiere ser creativa y versátil porque sus clientes son de todos los tamaños, edades y medidas.
Hoy se celebra en Colombia el Día de la Modista, Sastre y Diseñador de Modas. Esta fecha, reconocida por Fenalco, es una oportunidad para exaltar el trabajo de personas que por muchos años se han dedicado al oficio de vestir a otros con elegancia, creatividad y buen gusto.
Para Mary, la elaboración de prendas a bajo costo por las cadenas grandes de almacenes de moda es un gigante con el que no es fácil competir desde la modistería, una labor, según ella, cada vez más escasa.
'Ya no se ven tantas modistas como antes. Aquí en el sector hay dos y yo soy quien más clientes tiene. Coso para todo el mundo, para mujeres, niños, ancianos. Amo la modistería y soy muy feliz sentándome en esta máquina. Por eso decidí capacitarme y formalizar mi oficio en el Sena'.
Mary, de mirada alegre y sonrisa amplia, tiene incontables clientes en el barrio. A través de la modistería logró sacar adelante a su familia. 'Yo vivía con mi esposo y me separé. Fui siempre independiente y por mi trabajo logré conseguir todo lo que tengo. Vivo agradecida. Monté el taller en mi casa y aquí tengo más de 33 años', dijo.