Lo que empezó el 19 de julio como un recorrido por lo que fue, es y será Barranquilla a través del gen de la alegría, terminó anoche con el gen del Carnaval. Ese que hace mover los hombros, brincar como marimondas y hacer muecas como el Son de negros.
Con un espectáculo autóctono, y como si fuera la Vía 40, los asistentes al Estadio Metropolitano Roberto Meléndez le dijeron adiós a los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018.
El Carnaval, declarado por la Unesco Patrimonio Oral, Cultural, Inmaterial e Intangible de la Humanidad, despidió a los más de cinco mil atletas, delegaciones, jueces, voluntarios y asistentes.
Cuando el reloj marcó las 8 en punto tras un vídeo que mostró los momentos de gloria de las justas, el cielo se tiñó de colores por la pirotecnia y de inmediato empezaron a desfilar las delegaciones al son de la música de J Balvin, Daddy Yankee, entre otros reconocidos artistas.
Al son del 'Dime si son latinos' salieron los voluntarios ubicándose tal como lo hicieron los deportistas, en los laterales, dejando espacio para un camellón que más tarde simularía un panorama reconocido para cualquier barranquillero: el cumbiódromo de la Vía 40.
El Himno Nacional fue interpretado por la potente voz del lírico Eduardo Escolar, hijo de esta ciudad y finalista de A Otro Nivel.
En los actos protocolarios, el alcalde Alejandro Char le dirigió unas palabras de agradecimiento a los asistentes por su buen comportamiento durante el magno evento que tuvo anoche su colofón.
'Muy contento y muy orgulloso de tan linda fiesta. Que lindo lo que produce Barranquilla para el mundo. La ciudad hizo la tarea como tenía que hacerla, le demostramos al mundo que nada nos queda grande (...) Hoy más que nunca lo digo, en Barranquilla me quedo', expresó el mandatario Distrital.
Acto seguido, Steve Stoute, presidente de la Odecabe, resaltó el alcance de los Juegos en La Arenosa con 37 países participantes, el mayor número en la historia de los Centroamericanos y del Caribe.
La hora de la fiesta
Cuando en la inauguración descubrieron que el gen de la alegría se alojaba en Barranquilla dejaron un espacio para saber cómo se vivía, y fue justo eso lo que se demostró este viernes.
La genética carnavalera quedó evidenciada en las coreografías, lentejuelas, plumas y colores apoyadas en la iluminación, videos y efectos especiales.
No importaba que fuera 3 de agosto, que ya Joselito hubiera muerto el 13 de febrero pasado, hubo espacio para su ‘resurrección’ y mostrarle al mundo la esencia barranquillera liderada por la reina de la fiesta, Valeria Abuchaibe Rosales.