Compartir:

Rocío Molina se supera en el Festival de Aviñón con una experiencia extrema: la bailadora más audaz de su generación danza echándose al suelo, zapatea y carga a su madre, embarazada de casi 4 meses.

'Tienes que transformar tu baile a la vez que se transforma tu cuerpo', dice esta española de 33 años, en la cita internacional de artes escénicas del sureste de Francia, donde estrena Grito pelao.

Homosexual, Molina se sometió a una inseminación artificial y este espectáculo supone una nueva transgresión, tras haber revolucionado el flamenco – un arte todavía conservador– con sus inspiraciones hip hop, su vestuario con frecuencia masculino y sus gestos sexuales.

Grito pelao no parte de 'una idea sino de una necesidad y un deseo' de tener un hijo. 'No podía pensar en dejar de bailar si tenía que intentar quedarme embarazada', subraya esta ‘bailaora’ originaria de Málaga.

Al final del show anuncia: 'Les voy a cantar una canción de amor'. Entonces, con un ecógrafo portátil, hace escuchar al público los latidos de su hija que nacerá en diciembre. Aunque no está claro si se trató de una grabación, el sonido que resonó en el patio donde se celebró el espectáculo causó efecto entre los asistentes.