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Rafael Salcedo se crió en medio de libros. El trabajo de su difunto padre, Rafael Salcedo Villarreal, fue levantar la Editorial Mejoras, una empresa familiar que el otro año cumple ocho décadas. Desde muy joven Salcedo (hijo) fue un habilidoso aprendiz, atento y entregado a los procesos de la fábrica, lo que más tarde lo llevó a ocupar la administración de la editorial, que más que una herencia económica es un legado sentimental.

Su trabajo en la Editorial Mejoras 'no es el cargo de oficina que ocupa cualquier gerente', dice. Para él su liderazgo es diferente porque siempre está ideándose formas de optimizar los procesos relacionados con la imprenta.

Rebuscando entre las cosas de su escritorio saca un pliego largo de papel. Explica que se trata de su primera patente, un invento que se le ocurrió en el 2001 al recibir del difunto José Consuegra Higgins el pedido de imprimir 12.000 ejemplares de un libro. Todo un reto, pues necesitarían cerca de un millón de pliegos cuando solo trabajaban con mil. En su imprenta nunca habían impreso una cantidad tan grande de páginas.

Después de hacer una corta siesta preocupado por cómo iba a atender la demanda de su mejor cliente, Salcedo se despertó como lo haría Isaac Newton por el golpe de la manzana sobre la cabeza al descubrir la teoría de la gravedad. Pero, en lugar de despertarse con el 'Todo lo que sube tiene que bajar', gritaba y –¿Qué pasaría si uno los pliegos sin cortar?–. Así nació el ‘Método simplificado para impresión de libros’ , un modelo matemático con el que las imprentas pueden ahorrarse hasta el 90% del tiempo armando los libros para 'mejorar la productividad y competividad', señaló.

'Para nuestra editorial resultaba imposible imprimir esa cantidad tan grande porque para ello necesitábamos unas rotativas y no las teníamos. Entonces me ideé esta fórmula con papel, lápiz, regla, tijeras. Sin gastar más dinero y ahorrando tiempo en la impresión', agregó.

Nueva Patente. Otro de los dolores de cabeza de este curioso inventor de 77 años eran las arrugas en el lomo de los libros y revistas cuando la guillotina ejercía presión para cortar el papel. 

Buscando una solución a su problema empezó a usar cartón sobre los libros al hacer el corte, y observó que este material atrapaba la presión de la cuchilla y evitaba maltratos en los ejemplares. De esta manera inventó una solución por la que la Superintendencia de Industria y Comercio le otorgó su segunda patente de invención. 

'El dispositivo está compuesto de 6 cartones de más o menos 5 milímetros siendo cada uno 6 cm más pequeño que el ancho de cada libro y 2 cm más pequeño que el alto. Quedará alineado con los libros y servirá de guía para que cada cartón del dispositivo quede en el centro permitiendo que el pisón de la guillotina descanse sobre los cartones y no sobre los libros', cita en el anexo del documento de la Superintendencia.

Con su experiencia en la materia, Salcedo decidió esta vez dirigirse directamente a la entidad con ayuda de su amiga Lucía Hernández, para recibir orientación sobre su idea y evitar vivir el viacrucis que casi le hace desistir de su primera patente registrada en 2011, pero inventada 10 años antes.

'Hay grupos de abogados que cobran 10 millones de pesos para empezar, 40 millones por todo el proceso. Es una cifra excesiva para los pequeños empresarios que a veces nos cuesta hasta pagar la nómina. Ahora mismo sigo desarrollando ideas, tengo un invento más que estoy puliendo, pero todavía no puedo hablar de ello. Espero sacar unos tres inventos más en lo que me queda de vida. Ojalá pueda comercializar las patentes que ya tengo, pero la gente de las imprentas sigue sin querer pararme bolas'.