La 16ª edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia abre sus puertas al público mañana para mostrar con proyectos simples y concretos el rostro más humano de una disciplina dividida entre ética y estética, lo individual y lo colectivo.
El certamen más relevante de la arquitectura mundial, que este año lleva como lema ‘Freespace’ (Espacio Libre), bajo la curaduría de las arquitectas irlandesas Yvonne Farrell e Shelley McNamara, se propone valorizar los espacios colectivos, 'la generosidad de espíritu' y el 'sentido de humanidad' que la arquitectura debe colocar en el centro de su agenda.
'Es que la creatividad del arquitecto debe estar al servicio de la comunidad', resume en una entrevista a periodistas McNamara quien inició con Farrell su trayectoria como profesora, con particular atención a la función social de la arquitectura.
Al recorrer los imponentes 3.000 metros cuadrados del Arsenal y la sugestiva zona de los Jardines, en donde 65 países presentan sus propuestas junto con otros 100 estudios de arquitectura invitados, la idea de espacio libre resulta ante todo una suma de 'deseos y propuestas'.
El enorme corredor central en los antiguos galpones de los astilleros venecianos señala la distancia e introduce al visitante en espacios muy diferentes, públicos y privados, entre ellos el ovalado y sereno jardín de niños diseñado por el arquitecto Takaharu Tezuka o la bella estructura, una suerte de altar moderno de madera laminada, de la arquitecta de origen canadiense Alison Brooks.
Espacio común, libre, gratuito. Dividida en secciones especiales, la muestra invita a conocer proyectos notables, a reflexionar sobre edificios históricos famosos y a entender la importancia de la docencia, de experimentar, de dialogar entre disciplinas.
Siete países participan por primera vez en la Bienal, entre ellos Antigua & Barbuda, Arabia Saudita, Guatemala, Líbano, Mongolia, Pakistán, y el Vaticano, con un pabellón especial en la isla veneciana de San Jorge.
Un proyecto espectacular para presentar 10 capillas proyectadas por parte de diez importantes arquitectos, entre ellos el británico Norman Foster y el portugués Eduardo Souto de Moura, los dos premios Pritzker, el llamado nobel de la arquitectura, así como varios latinoamericanos: el paraguayo Javier Corvalán, la brasileña Carla Juaçaba y el chileno Smiljam Radic Clarke.
La Bienal, que se clausura el 26 de noviembre, premiará con el León de Oro la carrera del arquitecto e historiador inglés Kenneth Frampton, de 88 años, que ha influenciado e inspirado a varias generaciones de estudiantes y arquitectos.
'Cada bienal se limita a observar un aspecto específico. En este caso se privilegia el espacio común, libre, gratuito', explicó el presidente de la Bienal, Paolo Baratta.
Muchas de las propuestas son minimalistas y a la vez asombrosas. Como el 'sueño' de los arquitectos Ramon Vilalta, Carmen Pigem y Rafael Aranda del estudio RCR, galardonados el año pasado con el Pritzker, una suerte de cueva con luces en movimiento lograda a través de un juego de 6000 lentes de lupas.
Se rinde homenaje también a los maestros del pasado, como al danés Jørn Utzon, artífice de la arquitectura moderna, fallecido a los 90 años en 2008. La pequeña maqueta blanca de su casa en Mallorca Can Lis es un ejemplo de proyecto utilitario y representa un manifiesto de estética y sencillez.
Romper barreras. La mexicana Roxana Montiel, entre las invitadas, insta con su propuesta a 'liberar las barreras y a expandir los horizontes', según explicó a la AFP, haciendo referencia a la transformación que puede sufrir el muro que
Estados Unidos pretende construir en la frontera con su país. 'Una reja se puede transformar en pérgola', resume.
En el pabellón de Gran Bretaña, que lleva el título Isla, los curadores han construido una amplia plataforma para reflexionar sobre 'el mañana, el ayer, el aislarse e inclusive sobre nuestra situación política', explica en el catálogo el estudio Caruso St John, en una clara referencia al Brexit, la salida de ese país de la Unión Europea.
Alemania centra su proyecto en Unbuilding Walls (Muros sin construir), es decir en el arquetipo del muro 'que divide a las personas', entre el pasado y el presente.
También los muros inspiran el pabellón de Israel. Bajo el título In Statu Quo se ilustra los complejos mecanismos del sistema por el que comparten en Tierra Santa cinco lugares sagrados para las tres religiones monoteístas: católica, judía y musulmana.
Estados Unidos, por su parte, aborda el concepto de la ciudadanía contemporánea y cómo la arquitectura se relaciona con las sociedades a través de cinco videos que hablan de las migraciones, de los viajes, de las transgresiones.