Dos son los grandes aires de la sabana sucreña: el fandango y el porro; y dos fueron sus grandes exponentes en el baile: Pola Becté, en Sincelejo, y Bertha Piña, en San Marcos. Dos vidas y un mismo sabor que las convirtió en leyendas de las que queda un legado que está lejos de morir, porque cada una, sin proponérselo, se aseguró de que los ritmos que interpretaban irradiaran la alegría que representan.
Pola Becté (1865-1937), conocida como ‘La fandanguera mayor’, fue la gran bailadora de fandango de Sincelejo y sus alrededores. Vivió poco, pero bailó mucho y por eso su memoria perdura en porros, en un monumento en la capital sucreña y en un desfile que año tras año, en plenas Festividades del 20 de Enero, convoca a miles de fandangueros.
Bertha Piña (1914-2018), la ‘Matrona de San Marcos’, se destacó como la más auténtica bailadora del porro que se toca a orillas del río San Jorge. Vivió mucho, 103 años, y lo que bailó también fue bastante. Antes de morir ya era una leyenda. Era la más longeva representante de la dinastía Piña, la de Juan, el de La tumba catre.
La muerte de Bertha, ocurrida el 12 de marzo pasado, es el cierre de otro apasionante capítulo de una vida dedicada al folclor, que trasciende por su grandeza y por su aporte a la cultura. Bertha y Pola alcanzaron a conocerse, atraídas como imanes, por la música de banda que todavía engalana a Sincelejo.