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La bandera a media asta en la Alcaldía de San Marcos es desde el pasado lunes por la tarde el único signo visible de luto por la muerte de Bertha Tulia Piña Arrieta.

Las bandas no han parado de sonar para homenajear a quien es considerada la más grande bailadora de porro, fandango y otros ritmos del Caribe, después de María Barilla y Pola Becté. Con la diferencia de que a ella la vida le dio más chance para encarnar la grandeza del folclor en el inigualable movimiento de sus caderas.

El cuerpo de La matrona de San Marcos, como era conocida por encabezar la dinastía de músicos de apellido Piña, fue sepultado ayer en la mañana en el cementerio de la capital del San Jorge Sucreño en medio de un esperado bullicio que tenía como único fin agradecerle por sus 103 años de puro sabor.

Horas antes la célebre bailadora fue velada en cámara ardiente en la Casa de la Cultura de San Marcos, donde concurrieron niños, jóvenes y adultos que la vieron partir de este mundo ataviada con un brillante corpiño rojo y una vistosa pollera en la que dominaba el blanco.

El alcalde Bladimir Sierra decretó tres días de duelo y exaltó su vida como un paradigma a seguir por parte de las nuevas generaciones. Su sobrino Carlos Piña, el más famoso de la dinastía, recordó a su tía como una mujer alegre, importante para la familia, que estará siempre en la memoria de todos. Elvira, hija de Bertha, y cantante de música católica, agradeció las condolencias recibidas.