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En medio de un español con un marcado acento de portugués se escucha 'los pelaos' o 'ñercole'. Ahí está la clave para saber que estamos hablando con un costeño que por cuestiones académicas, familiares y profesionales lleva 21 años viviendo en Brasil.

Juan Pablo Duque Ortiz atiende problemas de catarata, estrabismo y devuelve el sentido de la vista a pacientes poco convencionales: osos, boas, perros, gatos, caballos, incluso peces.

Conseguir un espacio para que cuente su vida no es sencillo. Su agenda no le da respiro, aunque habla con una calma envidiable y una voz tranquilizadora. Quizá eso aporta a que –además de su profesionalismo– todos sepan que cada paciente está en las mejores manos.

Nació en Sincelejo, vivió unos años en Bogotá, y fue criado en Cartagena. Su gusto por los animales, cuenta, viene de su papá, Rómulo Duque, quien tenía 11 perros. Además de su tío Francisco Javier, veterinario de profesión. Aunque confiesa que con ese sentimiento se nace y con el pasar de los años se desarrolla.

'Son cosas que no hay necesidad de inculcar. Los animales nos enseñan a eso', dice.

Tiene una sensibilidad como pocas. Sabe que no trata únicamente al animal –que puede ser doméstico o salvaje– también le cambia la vida a los cuidadores o dueños, que en muchos casos consideran a estas criaturas parte de su familia.

'Cuando estaba en los últimos años de colegio mi tía Laura me dijo que si yo conseguía pasar los exámenes de la embajada, ella se encargaría de mis estudios en Brasil. Después del servicio militar me fui a Bogotá a estudiar seis meses de portugués, hice los exámenes y pasamos', cuenta.

Estudió en la Universidad Federal Rural de Pernambuco, en el último año hizo las pasantías en la UNESP Jaboticabal, al interior de Sao Paulo. En el último semestre conoció a la que ahora es su esposa, Carolina Bonduki, con ella lleva 16 años.

Es padre de dos hijos: Esteban de 9 años y Rogelio, de 6, ambos cumplen el trabajo de asistentes cuando debe atender a un caballo, por ejemplo. Además, Juan Pablo es el mayor de cinco hermanos.

Luego de terminar sus estudios de pregrado consiguió el cupo para hacer una maestría y luego un doctorado en cirugía veterinaria con énfasis en oftalmología veterinaria, un área que lo sedujo en el último año de estudios.

Actualmente en Campinas, Sao Paulo, tiene un Centro de oftalmología veterinaria junto a su esposa. Allí van pacientes de todas las especies: micos, osos, serpientes, perros o gatos. Sus días no son una rutina.

'Cosas emocionantes como operar un oso de 450 kilos, o cosas tiernas como devolverle la visión a un paciente que no veía a los nueve años, operamos también a una potra que nació ciega y comenzó a ver después de la cirugía.

Todos los casos tienen algo importante, todos ellos significan algo', recuerda Juan Pablo.