En 2013, Ana Milena Londoño creó la Fundación Ernesto McCausland, con el objetivo de preservar, cuidar, divulgar y proteger el legado de quien fue su compañero en vida.
Londoño cuenta que cuando conoció a McCausland en el rodaje de El último carnaval, ambos hicieron una fundación, que a su vez funcionaba como empresa, llamada La esquina del cine. A un año del fallecimiento del cronista en 2012, decidió cambiarle el nombre a dicha organización y convertirla en una fundación en homenaje a Ernesto McCausland.
'Ernesto dejó muchos trabajos audiovisuales, escritos, en audio, fotográficos, en fin, hay muchísimo material, del cual se ha publicado la mayoría, pero del que todavía quedan cosas que hay que dar a conocer o digitalizar', explicó Londoño.
Esta fundación funciona como una entidad sin ánimo de lucro que además, se ha dedicado a 'impulsar planes, programas y proyectos en alianzas estratégicas orientadas al sector cultural, social, empresarial e institucional, mediante el desarrollo de actividades de formación y educación que perfeccionen el potencial del talento humano, periodístico, literario, artístico, educativo, cultural y comunicacional', según señalan en sus objetivos.
Aunque el principal objetivo de la entidad es cuidar el legado de Ernesto McCausland, nombre que inclusive es una marca registrada, para Ana Milena era necesario incluir esta otra arista dentro de sus actividades y objetivos: el trabajo comunitario.
'Hemos ido a La Chinita, Campo de la Cruz, Palermo, Manatí y a diferentes lugares llevando talleres artísticos y lúdicos. Algunos con un fin especifico, otros solo para que pasen un buen rato', indicó la directora de la fundación.
En esta labor llevan casi cuatro años, y Londoño no ha estado sola en el proceso. Sus hijas la han acompañado, como también un grupo de voluntarios dentro del que se incluyen los líderes comunitarios de los barrios que visitan.
‘Bookbox’
Ana Milena relató que hace dos años hubo una persona que llegó tanto a su vida como a la fundación, Adolfo Arteta, quien es su pareja. 'Él creó un proyecto que se llama ‘Bookbox’ y en enero cumplimos un año trabajando en esto'.
A través de esta iniciativa van a montar, dentro de un contenedor, un centro cultural bilingüe que esté al servicio de las comunidades. En primera instancia va a funcionar en un espacio que les van a proporcionar en la Antigua Aduana, pero esperan que este sea el piloto para llevar el modelo a diferentes sectores de la ciudad y de los municipios del departamento.
'Este es el proyecto nuestro, al que más le metemos empeño, por el que más hemos luchado y hemos trabajado', dijo Londoño.
Este espacio se convertiría en una especie de sede para que la fundación pueda seguir prestando un servicio dentro de un área con mejores comodidades, contando con aire acondicionado, escritorios, computadores y material bibliográfico y lúdico.
A su vez, decidieron que desde el nombre, que es en inglés (Bookbox), se mostrará la importancia de este segundo idioma para estar al nivel y estándar educativo que requiere el país y prestar un servicio de formación educativa y pedagógica a niños, jóvenes y adultos.
Entre los objetivos que se plantea la iniciativa se encuentran generar un espacio comunitario sostenible, fomentar la convivencia y participación ciudadana, y generar oportunidades laborales para la comunidad.