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Cada vez que el papa Francisco visita a un país recibe innumerables presentes por parte de sus fieles, que con algún detalle buscan eternizar el momento de su encuentro con el vicario de Cristo.

Hay quienes se preguntan a dónde van a parar los regalos que ha recibido el Papa en Colombia, como el vitral, la ruana y el velón que le dieron en Bogotá; el carriel, el sombrero y el poncho que le regalaron en Medellín; el sombrero vueltiao y el collar indígena de Villavicencio; la manta elaborada por mujeres de El Salado; la estola blanca de San Jacinto y los dos libros y el busto que le entregaron en Cartagena entre otros obsequios que recibió durante su estadía.

La realidad es que muchos de estos detalles de los fieles tendrán que permanecer en Colombia debido a que por su tamaño y cantidad no todos podrán ser trasladados a Roma.

Algunos de estos elementos serán donados a organizaciones que trabajan por los necesitados, parroquias, las arquidiócesis de algunas de las ciudades que fueron escenario de la visita papal, y solo una pequeña cantidad de obras artísticas permanecerán en el Vaticano para ser exhibidas en exposiciones.

En el 2016, por cuarto año consecutivo, el Sumo Pontífice donó algunos obsequios que había recibido para una rifa. Un auto, bicicletas y una pluma Montblanc edición especial fueron algunos de los objetos que el Vaticano rifó por valor de 10 euros el boleto para obtener recursos y ayudar los afectados con sismo en Italia el año pasado.

Entre los regalos más extravagantes que le han dado al pontífice se destacan dos motos Harley-Davidson, un Renault 4 y la colección completa de la música de Bach.

Para muchos, el papa Francisco es considerado un ejemplo de austeridad y sencillez. Una de las características más importantes de su pontificado es que se alejó del boato, renunciando a ciertos lujos y privilegios que su posición en el vaticano le otorga.