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Los príncipes Enrique y Guillermo y su esposa Catalina rindieron este miércoles un sobrio homenaje a Diana Spencer, veinte años después de su muerte, al mismo tiempo que se acumulaban ramos de flores ante la residencia londinense de la 'princesa de los corazones'.

Mientras los medios del país emitían programas y especiales sobre la todavía muy popular princesa de Gales, sus hijos visitaron bajo la lluvia torrencial el jardín blanco efímero creado en su memoria en el palacio de Kensington, donde residía Diana.

En el jardín predominan las flores de tonos blancos, con algún toque de color, y fueron especialmente plantadas este año para rendir homenaje a la princesa.

Los príncipes observaron después a unos metros del jardín los ramos de flores depositados por la gente, antes de que Enrique colocara el suyo, que le fue entregado por una persona del público.

'Vine hace 20 años con mi madre y mi hijo, que ahora tiene 21 años', dijo Stephanie Davinson, maestra auxiliar de 52 años, tras depositar su ramo. 'Lo hice por sus hijos, que siguen su camino. Creo que hay mucho de ella en ellos', añadió.

Delante de las vallas del palacio londinense, ramos, mensajes y fotos comenzaron a acumularse desde el martes, veinte años después del mar de flores depositado en el mismo lugar por millones de personas desconsoladas.

Preocupados por perpetuar el compromiso de su madre y por preservar su legado, ambos príncipes deben también reunirse con representantes de organizaciones caritativas a las que ella apoyaba, lejos del glamour del gigantesco concierto que habían preparado en Londres por el décimo aniversario de su desaparición.

Según el palacio de Kensington, preguntado por la AFP, no hay previsto ningún acto oficial para el jueves 31 de agosto, día en el que Diana perdió la vida a los 36 años en un accidente de coche en París, en 1997, junto a su nuevo amor, el productor de cine egipcio Dodi Al Fayed.

Desde su compromiso con el príncipe heredero Carlos cuando sólo era una joven tímida de 20 años, pasando por su papel de madre entregada y de defensora de causas humanitarias, hasta su trágica muerte, Diana desestabilizó a la familia real británica y marcó una época.

Amiga de celebridades y personajes mediáticos, esta aristócrata, cuya imagen pública escondía una personalidad atormentada, se forjó una popularidad mundial mostrando su empatía con los más desfavorecidos. Sus confidencias privadas revelaron también a una mujer independiente que se tomó ciertas libertades con respecto al protocolo y las tradiciones monárquicas.

Legado y compromiso

Para anclar de manera duradera el recuerdo de su madre, Guillermo y Enrique encargaron igualmente una estatua de Diana que será erigida posteriormente —lo más probable antes de finales de año— en los jardines de Kensington.

Fue este proceso de legado lo que les empujó a romper años de silencio oficial en torno a su madre para hablar de ella por primera vez a corazón abierto, en un documental emitido en julio en la cadena de televisión británica ITV.

'Enrique y yo sentimos intensamente que queremos celebrar su vida', dijo Guillermo, de 35 años, en el documental en el que su hermano y él evocan una herida aún viva.

Los dos príncipes, que remplazaron a su madre ante los focos de las cámaras y en las portadas de los tabloides, recuperaron también el testigo de sus compromisos oficiales, desde la lucha contra las minas antipersona a la defensa de los sintecho, pasando por la sensibilización sobre los problemas de salud mental.

La influencia de Diana sobre la monarquía continuó incluso después de su muerte, la cual dañó gravemente la imagen de los Windsor. La reina Isabel II fue especialmente vilipendiada por su supuesta insensibilidad ante el fallecimiento de su exnuera y el dolor de sus súbditos. Obligada a modernizarse, esta familia real, que la princesa de Gales decía deshonrar, salió reforzada del drama.

La soberana es actualmente más respetada que nunca, en un momento en el que su reinado bate récords de longevidad. La joven generación, entre ellos Guillermo, su esposa Catalina y sus dos hijos, trajeron un aire de frescura a Buckingham. Y el príncipe Carlos, del que Diana se divorció en 1996, se volvió a casar con su amante Camila y se prepara para asumir alfgún día el trono.