Su majestad y su guardián cumplieron la cita. Una deuda pendiente y una fiesta inaplazable entre un ritmo madre, la cumbia, y el tambor. Cumplieron tal cual lo manda su Plan de Salvaguardia de expresiones folclóricas en el Carnaval. El encuentro más esperado del viernes en Plaza de la Paz, el de la Noche de Tambó.
Se trata de la Rueda de Cumbia más popular que se realiza en Barranquilla hace más de 20 años, una parranda imparable con orígenes en el siglo XIX, y que en la noche del viernes se tocó y se bailó en un escenario repleto, en homenaje a Los Cumbiamberos de Magangué.
Aquí la única condición para entrar fue tener una pollera, en el caso de las mujeres, y un sombrero (vueltiao), en los hombres. También fue indispensable no parar de bailar, como en toda rueda de cumbia, alrededor de los músicos y en son del tambó.
El hechizo de tradición tuvo apertura con las interpretaciones de la Orquesta Sinfónica del Colegio Alemán y la Banda de las Casas Distritales de Cultura. El contoneo de caderas se inició, oficialmente, con la Cumbiamba ‘La Guapachosa’, dirigida por Erick Toloza, con sede en el Barrio Chiquinquirá. Las décimas fueron obras de los provincianos Alfredo Martelo, de San Joaquín, y Pedro Astron Herrera de Calamar (Bolívar).