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Las campanas de la iglesia están sonando / anunciando que el año viejo se va / la alegría del año nuevo viene ya / los abrazos se confunden sin cesar / Faltan cinco pa´ las 12 / el año va a terminar / me voy corriendo a mi casa / a abrazar a mi mamá.

Escuchar las notas del acordeón junto a la letra de Faltan 5 pa' las 12 mueve fibras y sensaciones que tienen la capacidad de traer a la mente todos los recuerdos que deja el viejo año. Generaciones de colombianos han convertido la canción una infaltable en época decembrina.

El maestro Aníbal Velásquez es el responsable de hacer llorar de alegría y nostalgia a muchos cada 31 de diciembre, un hombre que es una especie de leyenda viviente de la música de guaracha.

Vestido con una camisa negra con rojo –característica de su personalidad– sombrero gris estilo norteño, gafas grandes y su peculiar bigote de charro mexicano se sienta en la terraza de su casa en la Ciudadela 20 de Julio, armando un bafle –que según él– fue un encargo que le hicieron desde Bosconia, Cesar.

Aníbal ‘Sensación’ Velásquez, como se le conoce en el ámbito musical, hace honor al calificativo. Los niños de su cuadra, que a la hora de la entrevista jugaban con los regalos de Niño Dios, se aglomeraron frente a las rejas de su vivienda para verlo actuar.

El maestro asegura que ha tenido muchos éxitos en su vida: musicales, personales y otros que no los puede clasificar, que hacen parte de una extensa pared donde los tiene colgados en imágenes.

Sin embargo, afirma que hay una canción en particular que lo ha hecho inmortal, y que aunque no compuso la letra, como lo recalca en cada entrevista, sí se ha convertido en su bandera, esa que iza cada víspera de año nuevo en hogares colombianos.

La historia del considerado himno de Año Nuevo, es muy particular. 'La canción no es mía, es de Oswaldo Oropeza, y la interpretó Néstor Savarce, un amigo cantante de música venezolana que la tocó en una fiesta en la que estaba. A mí me gustó mucho, pero era muy suave. Yo le hice unos arreglos y la gente la ha reconocido como mía por la manera como yo la toco tan sabrosa', señala.

Me perdonan que me vaya de la fiesta / pero hay algo que jamás podré dejar / una linda viejecita que me espera / en las noches de mi eterna Navidad. Dice una de sus estrofas.

A ese sencillo le han hecho varias versiones; se puede encontrar, incluso, en otros géneros musicales como salsa, pero ninguna ha tenido el reconocimiento que la interpretada a ritmo de guaracha, por Aníbal, quien recibe buenas regalías por sus canciones.

Toda una ‘sensación’. El maestro, por lo general, nunca toca en esas fechas especiales, a menos que le paguen 30 millones de pesos, como recalca.

'Hay una anécdota que recuerdo con gracia. En una ocasión estaba en mi casa, un 31 de diciembre y llegaron unos hombres tocando la reja. ¿El señor Aníbal?, preguntaron. Yo dije ¿Cómo para qué sería?. Necesitamos que toque para nosotros, le vamos a pagar 25 millones de pesos. Me dieron 15 enseguida y el resto me dijeron que me los daban después del toque. Cuando terminé de hacer la presentación me dieron 15 más'.

Entre risas recuerda que en esa oportunidad le pagaron cinco millones de más, hasta ahora no sabe si las personas se olvidaron del convenio, pero espera que 'al ver esta entrevista no se los vayan a cobrar', dice jocosamente.

Su repertorio es un extenso menú de música guarachera con canciones que han puesto a bailar a más de uno en repetidas ocasiones: Alicia la flaca, Turco perro, La brujita, Guaracha en España, Un poquito de cariño y, por supuesto, Faltan 5 pa' las 12; que le han dado el reconocimiento en distintos escenarios a nivel mundial.

De igual forma que el repertorio, tiene un sin fin de memorias guardadas para la historia, como el día en que una mujer casi lo ahorca por querer darle un beso. 'En otro baile me pusieron a cantar esa canción (Faltan 5 pa' las 12) como cinco veces, y una muchacha se me abalanzó encima a querer besarme, recuerdo que me cogió por la corbata y no me quería soltar', cuenta.

La agenda se la cuadra su manager, una mujer que además de organizar su itinerario, le ha regalado 35 años de su vida: Julieta de Velásquez, la que le robó el corazón.

A su esposa fue quien le 'construyó una casa linda en la Ciudadela', como dice la canción que le compuso con el fin de seguir conquistando un amor que ya era suyo. La expresión en el rostro de Julieta al escucharlo cantar esa canción es prueba evidente de su amor.

'Ella lo es todo, sin ella, nada', dice el artista, reconociendo la labor que desempeña su compañera de vida.

Su manera de hablar, cantar y sonreír hacen de esta estrella de la canción un personaje difícil de ignorar. Su destreza al ejecutar el acordeón y su habilidad para crear temas que son éxitos en el cancionero colombiano hacen del cantante toda una ‘sensación’.