Desde ayer, el Carnaval de Barranquilla llenó de color el tercer piso del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo), a través de las figuras neoexpresionistas del maestro Ángel Loochkartt. Dos meses estará abierta al público la serie de 70 pinturas –la mayoría sobre la fiesta currambera–, una retrospectiva del barranquillero que se materializó después de más de dos años de intento.
Loochkartt: pintura en los ritmos del tiempo le da nombre a la exposición que retoma los mejores momentos del pintor de 83 años, que todavía empuña su pincel frente al caballete. Ya son más de cinco décadas de historia en el arte, contados desde su primera exposición en la Barranquilla de 1951.
Y fue precisamente en su tierra natal donde la pintoresca fiesta que marca la ciudad lo interesó en desentrañar los misterios de sus personajes; de las burlas de la marimonda, de la máscara de los monocucos, de los espejos detrás de los largos sombreros de los congos. De esa investigación de los orígenes de sus símbolos resultaron alrededor de 300 cuadros, que componen en su mayoría la muestra que inauguró ayer.
Pero también se encuentran en la exhibición otras facetas de su obra: dibujos de rostros de personas que han pasado por su vida, el inconformismo sexual de los travestis que conoció en películas y en personas, seres nocturnos y ángeles eróticos. Es su contribución a las artes plásticas colombianas.
La muestra que casi no es
El primer semestre de 2015 fue la primera fecha prevista para la retrospectiva de Loochkartt, invitado en 2013 por Gloria Zea, quien desde 1969 titulaba como la directora del Mambo hasta su renuncia este año. Desde entonces, la conmoción invadió al barranquillero, radicado en las frías montañas de la capital.
Comenzó así un entusiasta trabajo de catalogar, documentar y registrar fotográficamente sus pinturas; hasta contactó a coleccionistas poseedores de sus cuadros. Todo para articular una muestra que evidenciara su larga carrera artística.
Los adelantos de la recopilación fueron entregados al Mambo, pero Zea aplazó la exposición hasta 2016. El mismo año, su renuncia al museo anunció la caída de la exposición. Claudia Hakin, nueva y actual director del Mambo, canceló definitivamente la muestra.
Se requirieron innumerables firmas -de amigos, familiares y admiradores de Loochkartt- y críticas en redes sociales para que la institución, con una disculpa previa, reanudara la exposición casi tres años después de la primera proposición. Irá hasta el 9 de octubre.
Un pincel que no envejece
Del artístico barrio La Candelaria pasó a vivir a una zona comercial de Bogotá con su esposa Clarita Pardo. Pero fue la cálida Barranquilla, el 19 de mayo de 1933, la que lo vio nacer. Esos son sus datos básicos, pero no todos los que lo definen. 'Yo pinto para ser libre; es decir, para no estar solo. Para compartir mi respiración y mi huella dactilar, mi taquicardia'. Esa frase que pronunció alguna vez es el reflejo de su ser. Y de su empeño, el que con su particular trazo lo convirtió en uno de los artistas latinoamericanos de mayor reconocimiento internacional.
Ángel Loochkartt es miembro honorario de la Asociación de Artistas Gráficos Latinoamericanos y profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia. Estudiantes del East Los Ángeles College, en California, también lo conocieron en clase por tres años, desde 1968.
Pero su carrera como docente se inició en la Universidad del Atlántico, en 1965, cuando tomó el lugar del pintor Alejandro Obregón al frente de la Escuela de Bellas Artes, donde fundó la Galería La Escuela, que aún se mantiene abierta.
En esa misma institución realizó su primera formación artística. Pero fue en Roma, Italia, donde los maestros Ferruccio Ferrazzi, Granco Gentillini y Niño Macan lo acercaron a las exigentes técnicas de mural, pintura de caballete y grabado, respectivamente.