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La oreja de Vincent van Gogh, la que no tenía, es el reflejo de la oscuridad de su mente inestable. La que le proporcionó a su portafolio alrededor de 900 cuadros y más de 1.600 dibujos. A su colega francés Paul Gauguin se le une la joven Gabrielle Berlatier en la otra parte de la historia de la mutilación que no se había contado.

Según reveló ayer la revista británica The Art Newspaper, tras cortarse la oreja izquierda en diciembre de 1888, el pintor le abría regalado su oreja a la señorita Berlatier, una adolescente de padres granjeros, quien mantuvo en secreto su encuentro con el artista holandés.

La primera parte de la historia es conocida –aunque mantiene ciertos enigmas–: Van Gogh se cortó una oreja con una cuchilla en medio de una discusión con su colega francés Paul Gauguin, con quien vivía por esa época en Arles (sur de Francia), intentando probarle algo.

La otra parte de esa historia es que después del incidente, el pintor holandés le entregó su oreja a la joven francesa de entonces 18 años, y que trabajaba como doncella en un burdel, según la revista. El nombre de ‘Gaby’ apareció por primera vez en un artículo de 1936, que citaba a Alphonse Robert, el policía que el 23 de diciembre de 1888 recibió una llamada del burdel en el que Van Gogh se cortó el órgano auditivo.

La escritora e historiadora irlandesa Bernadette Murphy fue quien descubrió a la mujer. En su artículo también se afirma que Van Gogh se cortó la oreja izquierda en lugar de solo el lóbulo, como se creía hasta ahora.

La investigación también pudo saber que Berlatier trabajó como limpiadora en el Café de la Gare en Arles, propiedad de amigos de Van Gogh, donde el pintor permaneció en una de las habitaciones durante mayo y septiembre de 1888 y donde pintó su obra The Night Cafe.

Episodio de la oscuridad

Este episodio de la vida de quien es catalogado como uno de los principales exponentes del post-impresionismo marcó profundamente la vida del holandés, cuya condición psicológica empeoró en el año y medio que le restaba antes de acabar con su vida de un disparo.

Por eso, quizás, la pintó en un autorretrato, y es el hecho más representativo para evidenciar su supuesta locura que muchos han llamado lucidez extrema.

'Él tenía una faceta muy existencialista, por eso para el psicoanálisis es interesante la obra de Vincent van Gogh, su pensamiento, sus inquietudes. Era capaz de ver más allá de las posibilidades mismas, lo especial en lo que se supone que era muy común. Y eso lo reflejó en su trabajo', explica Danny González, profesor de Estudios Audiovisuales y Visuales de Bellas Artes.

Exposición en el país

Eso, precisamente, se verá desde el próximo 25 de julio en Bogotá, en Cafam Floresta, en la exhibición multimedia Van Gogh Alive, una muestra interactiva con tecnología Sensory 4. De esta forma, permite literalmente sumergirse y navegar por la vida y obra del pintor holandés, que cobra vida en unas pantallas como de película, en un loop que tiene una duración de 45 minutos.

Así se puede conocer, por ejemplo, la enfermedad que sufría el artista y que le producía ataques que le afectaban varios días y se llegaban a prolongar durante semanas, durante los que se encontraba en un estado delirante y completamente confundido, sin saber lo que estaba haciendo y sin poder trabajar.

Aunque su patología todavía continúa planteando preguntas y ha generado muchas especulaciones, el legado de su trabajo perdurará en el tiempo.

*Con información de Efe.