Cuando internet comenzaba a popularizarse, ciertos países lo tuvieron más difícil que otros para acceder a la Red. En algunos tuvieron que ingeniarselas para conectar los ordenadores entre sí. Y años más tarde, para usar el wifi, también. Fue lo que sucedió en Indonesia.
Onno W. Purbo es uno de esos activistas que luchan por que el acceso a internet sea universal para todos los ciudadanos de su país, con independencia de su clase social o nivel de ingresos. Su invento más famoso es la Wokbolik, codesarrollada con su compatriota Pak Gunadi.
Se trata de una especie de antena parabólica fabricada con un 'wok', ese tipo de sartén oriental que cualquiera puede tener en su casa. Gracias a ella, la señal wifi se puede amplificar varios kilómetros hasta que llegue a las zonas menos accesibles. Aunque ya no las fabrica, Purbo continúa luchando por liberar o enseñar a liberar frecuencias y longitudes de onda, un camino que comenzó mucho antes de asaltar las cocinas.
De 53 años, este indonesio que estudió Informática y ahora da clases en una escuela de formación para profesores, entre otras actividades divulgadoras, comenzó su activismo en los años 90. En 1993 y junto a otros compañeros, comenzó a interceptar frecuencias de onda para conectar ordenadores entre sí. Para ello se sirvieron de las longitudes de onda de unos 'walkie talkies', que en principio funcionaban con unas frecuencias a las que no tenían acceso. Ellos consiguieron emplearlas, poniendo la primera piedra de la construcción de una internet comunitaria.
En 1996 empezaron a trastear con las primeras versiones del wifi, que también utilizaba una frecuencia vetada para él y sus compañeros de la universidad. Aunque tres años antes no tuvieron problemas con el Gobierno porque este, según explica Porbo a HojaDeRouter.com, 'no se dio cuenta del potencial en aquel tiempo', esta vez los soldados sí entraron en sus laboratorios. 'Poco faltó para que yo acabara en la cárcel', contaba años después al periodista Francis Pisani.
Los indonesios, mientras tanto, habían comenzado a seguir su ejemplo. Tras un desencuentro con las autoridades, Purbo salió de la universidad y se dedicó a arengar a las masas para que siguieran con su labor. Mientras tanto, escribía material educativo, viajaba al extranjero a dar a conocer sus proyectos y comenzaba a impartir talleres por todo el país para explicar cómo liberar las ondas.
Gracias a sus acciones se rompieron las barreras que imponía el monopolio telefónico del país: la empresa pública Telkom gestionaba la red, una red cara y a la que no todos los indonesios podían tener acceso. Y si lo tenían, según se explica en un artículo sobre la obra de Purbo, la penetración de los teléfonos era tan baja y el servicio tan pobre que hubiera llevado varios años conectarse a internet.
Por eso, Purbo y otros compañeros volcaron todos sus esfuerzos en construir una Red de acceso masivo. Allá por el año 2000, 'siendo un 'techie', me di cuenta del potencial de la tecnología para proporcionar un acceso a la gente a internet a bajo costo'. Había que continuar liberando las ondas.
Un 'wok' multiusos
Una de sus armas más curiosas para librar esa batalla fue el Wokbolik, una sartén oriental conectada a un adaptador inalámbrico USB y que en su centro lleva una tubería de PVC de unos 7,6 centímetros forrada con papel de aluminio. Cuando la antena se conecta a un ordenador y se apunta a un ‘router’, el alcance de la red aumenta gracias a la forma de la sartén.
El aparato es 'open source' y las instrucciones para construirlo se pueden encontrar en internet con facilidad.
'Básicamente, el 'wok' es bastante similar a la parabólica', explica Purbo. 'Puede concentrarse en una señal y crear una señal más fuerte para una determinada dirección. Así, podemos conseguir una distancia más larga para nuestro wifi'. Según afirma, si normalmente el wifi solo alcanza 50 o 100 metros, con el 'wok' puede llegar hasta 2 o 3 kilómetros. Gracias a esa sartén, la señal de internet puede llegar a áreas donde el acceso es más difícil o, incluso, a quienes menos dinero tienen para pagar la conexión.
Solo hace falta que alguien desee compartir su wifi con el resto de la comunidad y, por supuesto, colgar la sartén de un sitio alto, un tejado o un árbol. Para desarrollar ese proyecto, Purbo contó con la ayuda de familiares, amigos y de 'la comunidad de los cibercafés', como le gusta destacar: en 1999 había escrito un libro sobre cómo desarrollar estructura simple de conexión a internet y apenas un año después ya había mil de estos establecimientos por todo el país.
Promueve otros sistemas menos caseros: en sus charlas, una de las 'cosas divertidas', según su propio testimonio, es que 'enseña a la gente cómo construir su propia red móvil usando tecnología OpenBTS', una tecnología que permite realizar llamadas telefónicas.
Purbo también ha sido un defensor de la publicación de materiales gratuitos y 'open source' para que sus compatriotas aprendieran, desde planes de estudio de los institutos hasta guías para evitar que los más pequeños accedan a contenido inadecuado. Uno de los libros que el propio Purbo escribió tiene un nombre sugerente y muy relacionado con la cocina de donde sacó el 'wok': 'El recetario del VoIP: Construyendo tu propia infraestructura de telecomunicaciones'.
Gracias a esta labor de difusión, los ciudadanos fueron más conscientes de, por ejemplo, el alto precio que tenían que pagar para acceder al espectro radiofónico, y comenzaron a reclamar cambios. Así, en 2005, el Gobierno indonesio liberó la banda de 2,4 GHz para que todos los ciudadanos pudieran acceder sin necesidad de pagar una tarifa. Algunas comunidades lo han aprovechado para crear sus propios medios de información e incluso para transmitir pequeños programas de televisión. También, en ocasiones, la Administración ha aportado equipamiento.
Sin embargo, eso no impide que Purbo sea crítico con la situación actual de internet en su país: 'En las ciudades tenemos fibra a una velocidad de unos 10 Mbps. En el mundo rural, en muchos casos no tenemos señal y por tanto internet. Todavía luchamos por poner acceso a los campesinos'.
Sin lugar a dudas, un 'wok' puede hacer mucho por ello.
*Servicio informativo ElDiario.es