Como una abuela más, la reina Isabel II de Inglaterra ha querido inmortalizar su 90 cumpleaños rodeada de sus nietos y bisnietos, sentada junto a su hija o posando junto a sus perros, en ambientes regios que contrastan con la calidez de las fotografías de Annie Leibovitz, que ha hecho cercana a la soberana
Con detalles como subir sobre unos libros a su bisnieto y heredero Jorge de Cambridge, otorgar la custodia de su bolso a Mia Tindall, primogénita de Zara Phillips y Mike Tindall, o posar sentada en el sofá arropada por el brazo de su hija, la princesa Ana, Leibovitz ha revocado la imagen severa de Isabel II, como si le hubiera extraído su lado más dulce.
La primera instantánea elegida por la casa real para conmemorar los festejos del cumpleaños de la soberana, cuya fecha de celebración oficial será el próximo 11 de junio, presentaba por primera vez a los cuatro miembros de la línea sucesoria de la monarquía británica.
Con una sincera y enorme sonrisa, y agarrado de la mano de su padre para no perder el equilibrio sobre el lote de libros al que Leibovitz le había subido, el príncipe Jorge acapara el protagonismo de la fotografía compuesta con su bisabuela, Isabel de Inglaterra; su abuelo, el príncipe de Gales, y su padre, el duque de Cambridge.
Otro de los recuerdos fotográficos se produce en la habitación más grande del primer piso de Buckingham Palace, Green Drawing Room, un salón regio, decorado con sedas verdes y oro, en paredes y sofás que contrasta con la estampa informal de la soberana.
Ataviada con blusa, rebeca y falda tableada y rodeada de sus nietos y bisnietos, también vestidos de andar por palacio, con chaquetitas, jerséis de lana, pantalones de villela y hasta alguna camisa arrugada, la reina aparece relajada y con su bisnieta la princesa Carlota de Cambridge en el regazo.
Otra de las cuatro instantáneas ideadas por la estadounidense Leibovitz, sienta en un sofá tapizado en seda plateada con espejo dorado al fondo, a la reina y su hija Ana, ambas sonrientes.
La única fotografía fuera del Castillo de Windsor la protagonizan los perros de la reina, cuatro corgis y dorgies repartidos por los peldaños de la monumental escalinata de piedra en la que Isabel II, ataviada esta vez en una gama de diferentes azules, parece esperar con tranquilidad y disfrute a que se desate el cielo tormentoso que compone el escenario.