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Tal cual lo acordado, los hermanos Emiliano y Poncho Zuleta llegaron este viernes a las instalaciones de El HERALDO, donde fueron los protagonistas de una tertulia que llenó la sala de juntas de esta casa editorial de anécdotas de unas vidas riquísimas en experiencias, reflexiones sobre la pérdida de las raíces del vallenato, muchas risas y notas de acordeón.

Eran las cinco de la tarde cuando los invitados a la tertulia empezaron a llegar uno a uno. El compositor Adolfo Pacheco; el periodista y conocedor del vallenato, Óscar Montes; Rodolfo Molina, presidente del Festival de la Leyenda Vallenata; Ramón Dávila, gerente de Gases del Caribe, y los reyes del vallenato profesional e infantil 2015, Mauricio De Santis y Rubén Lanao, entre otros.

Todos, incluidos los periodistas de este diario, esperaban con ansias el momento en el que Poncho, ‘El Pulmón de Oro’ y su hermano Emiliano, entraran a las instalaciones.

Finalmente, a las seis y cuarenta de la tarde, Emiliano llegó a la sala de redacción, estrechando la mano de quienes lo saludaban. Seguido de él, entró su hermano Poncho.

Tras tomar asiento, uno a cada lado del director de este diario, Marco Schwartz Rodacki, compartieron algunas de las vivencias que han alimentado su arte, uno que, tanto ellos como los demás invitados, expresaron en diferentes ocasiones que 'ha ido perdiendo su esencia con el paso del tiempo'.

'Les mando un saludo a los funcionarios de este importante diario', empezó Poncho su intervención, con la potencia de su voz y de su carisma inundando el lugar. Y continuó con su seseo particular y una musicalidad intrínseca en su voz, como si cantara en vez de hablar: 'Nosotros dependemos de una familia cultural que viene de generación en generación, de nuestros padres, de nuestro abuelos. Tenemos el arte incrustado en la sangre. El vallenato nos ha dado gloria, no solo a los Zuleta, sino al folclor, y es preocupante ver cómo se destiñe con las nuevas generaciones', expresó.

Con esta frase empezó un debate sobre el estado actual del vallenato, un género que, de acuerdo a los argumentos de los presentes, fue menospreciado por años y empezó a cobrar aún más importancia a nivel nacional tras ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2015. La presencia del respetado compositor Adolfo Pacheco, autor de La hamaca grande, enriqueció la discusión a partir de las anotaciones prestadas por su experiencia.

'Pero el vallenato hablaba antes de las vivencias del campo, ahora los jóvenes tienen otro tipo de vivencias', pus sobre la mesa el director Marcho Schwartz, tras la participación de varios de los presentes, que hablaban sobre cómo la composición de las letras debía estar alimentada por experiencias vitales, a lo que Pacheco respondió: 'Yo soy abogado, no nací en la región vallenata, pero desde pequeño me gustó. El vallenato es una crónica unida a una nota especial. Yo tenía que hacer un esfuerzo por llegar a esa nota'.

De Santis, el joven Rey Vallenato, anotó al respecto que 'independientemente de la juventud, si la hay o no, lo que es evidente es la calidad', acotando, además, que lo clásico se sustenta por sí solo, y que solo el talante de cada género y sus exponentes garantizará continuidad en el tiempo.

Sobre esto, Rodolfo Molina, director del Festival de la Leyenda Vallenata, expresó que el propósito del evento y del festival es fomentar la educación alrededor de la importancia de las raíces del género, y que por este motivo son 500 los niños que se forman en su escuela. Explicó que allá aprenden con profesores conocedores. 'La gente tiene que ir entendiendo el valor de esta música. Mientras se siga pensando que el vallenato es pura parranda, desorden e irresponsabilidad no se puede hacer nada', expresó.

Óscar Montes, periodista y experto en vallenato, manifestó otra de las problemáticas que, a su vez, permean el género del acordeón. 'No hay política en Colombia que permita preservar nuestro folclor, cuya esa esencia se está perdiendo. La semilla quedó muy lejos y los árboles tienen poco que ver con la semilla original. La cumbia, el vallenato, el porro sabanero... todo esto tiene que enseñarse en las escuelas, los niños tienen que aprender de dónde venimos musicalmente, sobre todo cuando la música vallenata se ha convertido en un ícono que nos representa en el Caribe y en Colombia', manifestó.

Las anécdotas. A lo largo de la charla, fueron varias las anécdotas que Poncho y Emiliano compartieron con los presentes y con todas las personas que a esa hora se conectaban desde sus casas para verlos, arrancando carcajadas generalizadas en la sala.

Una de estas surgió después de que el director de esta casa editorial les preguntara sobre el día en que su padre, Emiliano Zuleta Baquero, perdió el título de Rey Vallenato ante Alejandro Durán, en la primera edición del Festival de la Leyenda Vallenata. '¿Cómo se vivió eso en la casa?', preguntó Schwartz. 'Ellos ya habían concursado, ya habían tocado y, como habían ganado, se fueron a parrandear. Esa vez se inventaron que tenían que volver a tocar, y como mi papá ya estaba parrandeando no llegó y solo tocó Durán y ganó por eso', contó Poncho, haciendo reír a sus interlocutores.

Sobre algunas de sus canciones, como Emma González, también se reveló el trasfondo de su creación. Contó Ramón Dávila, presidente de Gases del Caribe, ante los atentos asistentes, que en el primer toque en Ciénaga, Poncho y Julio Oñate se enamoraron de una niña llamada Ema González. Oñate quería componerle una canción, pero habiéndose casado un año atrás y sin haberle compuesto nada a su esposa, pensó que 'le quedaría muy mal'.

Por esto, Poncho le dijo: 'bueno, yo aparezco en el crédito y compartimos las regalías'. Así nació el tema que ‘El Pulmón de Oro’ entonó pausadamente, recibiendo aplausos.

A su vez, Emiliano contó una historia ligada a Mañanita de invierno, tras una anécdota que vivieron tras ser invitados a una fiesta en el Palacio Presidencial cuando César Gaviria era presidente. Dijo Emiliano que en la fiesta cantaron la canción que dice así:

'Mira que el cielo se vuelve a arrugar y unas goticas empiezan a caer. Vamos pa’ dentro que nos vamos a mojar, para que estemos bien solitos y yo así entregarte mi cariño pa’ que tú te sientas más mujer', entonó Emiliano. Tras esto, el compositor aseguró que Gabriel García Márquez, uno de los asistentes a la celebración, le interrumpió y le pidió que repitiera ese pedazo, tras lo cual el Nobel de Literatura anotó: 'Esa es la forma más culta de decirle a una mujer: vamos a echar un polvo', haciendo así que las carcajadas de los asistentes volvieran a ser necesarias.

La serenata. Hacia las 8 p.m., después de más de una hora de anécdotas, risas y reflexiones, las dos leyendas del vallenato expresaron que la muerte de Gabo, a quien acompañaron a recibir su Nobel en 1982, es aún 'una herida fresca', para los colombianos y todos quienes lo conocieron. 'Tenemos muchos recuerdos con él. Llegó a Villanueva cuando nosotros estábamos muy pelaítos y yo me acuerdo, me imagino que él estaba documentándose', expresó Poncho.

Así mismo, se refirieron a la reciente muerte del periodista deportivo Édgar Perea. 'Queremos decir que el folclor y en nombre del vallenato, la muerte de Édgar Perea nos ha dolido mucho. Yo lloré, él fue muy grande, cuando lo veíamos le decíamos: 'oiga, Campeón' y él nos decía: 'Más campeones ustedes', continuó Poncho.

Tras los sentidos comentarios, y a petición del director de este diario, los hermanos cantaron Mi hermano y yo, seguida de El viejo Miguel, acompañados del acordeón de Mauricio De Santis, y de Adolfo Pacheco. En ese momento, casi la totalidad de la sala de redacción de EL HERALDO se volcó a la sala de juntas, en la que todos los asistentes, celular en mano, grabando, guardaban esa serenata para la posteridad.