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En un salón sin gente para sentarse en sus sillas azules se hallaba el músico Julián Navarro, en silencio. Por la ausencia de personas, cinco sillas sirvieron como su cama, y una de ellas como repisa para su instrumento.

Entre los bordes de estos objetos se entreveía su mirada, una que usualmente está fija en las notas que producen el sonido de la música por la que vive diariamente, y por la que se dedica a la enseñanza gran parte de sus horas.

En esta ocasión, su vista no recaía sobre partituras, sino que apuntaba hacia el lente de Daniel Mordzinski, quien capturó esta imagen del director del programa de Música de la Universidad del Norte en días pasados.

Navarro, doctor de la Universidad del Barcelona, y maestro de música-guitarrista de la Universidad Javeriana, se dejó absorber por la ausencia de sonido y solo observó.