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El cohete Protón-M despegó el lunes con éxito desde el cosmódromo ruso de Baikonur, Kazajistán, en una ruta con destino a Marte.

Con este lanzamiento se pone en marcha la primera misión del programa ExoMars, que adelantan la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia rusa Roscosmos, las cuales buscan explorar en el planeta rojo señales de vida y de actividad geológica reciente.

'Estamos camino a Marte. Excelente', declaró a Efe el director general de la ESA, Jan Woerner, al producirse el despegue desde la base rusa. Este nuevo evento confirma que Marte es el objetivo de los principales proyectos espaciales y ExoMars se suma a las últimas misiones no tripuladas enviadas por la NASA a este planeta.

ExoMars 2016. Desde el año 2000, científicos de la ESA y Roscosmo empezaron a planificar esta misión. Con el exitoso lanzamiento de ayer, los cálculos de la trayectoria que establecieron los expertos señalan que el Protón-M llegará a Marte en octubre de 2016, cuando se encuentre a unos 175 millones de kilómetros de la Tierra.

En el interior del cohete se transportan los dos instrumentos claves de la misión: la sonda Schiaparelli y el satélite Trace Gas Orbiter (TGO), diseñados para buscar evidencia de metano y otros gases atmosféricos que podrían dar señales de procesos biológicos o geológicos activos en el planeta.

Otro aspecto de la misión es poner a prueba las tecnologías clave en la preparación de la ESA y la agencia rusa para contribuir a las misiones posteriores a Marte, entre las que está en ‘agenda’ el viaje tripulado hasta el planeta rojo.

Maniobra doble para estudiar Marte. Cuando el cohete se aproxime a unos 11 kilómetros del suelo, y haya reducido su velocidad hasta 1.650 kilómetros por hora, en ese momento la sonda Schiaparelli será expulsada hacia la superficie y el satélite TGO se quedará en órbita para estudiar los gases de la atmósfera marciana.

El módulo Schiaparelli se posará en la superficie y tendrá una vida útil de entre dos y ocho días marcianos –un día marciano o sol tiene 24 horas y 37 minutos–, y su apagón marcará el inicio de la misión de su compañero de viaje, el TGO. Este orbitador sobrevolará Marte a 400 kilómetros de altitud durante cuatro años, para estudiar la atmósfera.

Con la maniobra de aterrizaje en suelo marciano se pondrá a prueba la tecnología que brindará datos precisos para la segunda y más compleja parte del programa ExoMars en 2018: enviar un vehículo ‘rover’ capaz de desplazarse varios kilómetros y de excavar hasta dos metros bajo tierra para recoger y analizar muestras.

Cooperación internacional. Roscosmos proporciona los cohetes Protón para entregar ambas misiones a Marte, la plataforma de la superficie de la misión de 2018, y el apoyo estación en tierra rusa. El equipo técnico detrás de la nave espacial ExoMars implica empresas en más de 20 países. El contratista principal es Thales Alenia Space Italia.

La misión. Imagen que ilustra el momento en que se desprende el recubrimiento de la cápsula espacial y libera los dos instrumentos claves de la misión: la sonda Schiaparelli y el satélite orbital TGO. Esta fase ocurrirá cuando la nave se aproxime a unos 11 kilómetros de la superficie de Marte, en octubre de este año.

El satélite TGO –Trace Gas Orbiter– será liberado en la orbita y sobrevolará Marte a 400 km de altitud durante cuatro años, para estudiar la presencia de metano y otros gases en la atmósfera. También elaborarán mapas del hidrógeno presente en el subsuelo que pueden indicar reservas ocultas de hielo.

El verdadero éxito de la sonda Schiaparelli consiste en aterrizar de manera controlada (ver infografía) en el planeta, y poner a prueba la estrategia para enviar un vehículo ‘rover’, en 2018. Tendrá una vida útil de entre dos y ocho días marcianos. Analizará datos básicos como presión o temperatura.

*Con información de la ESA y Efe.