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Este jueves, alrededor de las 11 a.m., Enrique Yidi –director de la exposición De Bizancio a Jerusalén– y algunos de sus colaboradores distribuían en la Galería de La Aduana los retablos, las maquetas y las cruces elaboradas principalmente en nácar, que desde ayer y hasta el próximo 31 de marzo estarán en esta sala de exhibición barranquillera.

Son 45 piezas en las que se 'fusionan elementos del arte de las dos corrientes del cristianismo: la católica y la ortodoxa', según explica Yidi. 'Estas obras son elaboradas en Barranquilla, hechas con 22 tipos de nácar provenientes de 11 países, maderas exóticas, hueso y piedras semipreciosas. Este es un trabajo que lleva un año realizándose, en el Taller Palestina', expresó el director de la muestra, quien fundó este taller hace 18 años.

En las elaboradas piezas resaltan el blanco, el negro, el dorado, el rosa y el azul, en la apariencia perlada que les brinda el nácar. Técnicas como el mosaico bizantino, la interposición de planos, la filigrana, el grabado, la tridimensionalidad y los detalles pintados a mano son algunos de los procesos utilizados para brindarles a las piezas su aspecto de detallada elaboración.

Arte popular

Otra de las muestras que se encuentra en el edificio de La Aduana –en la Pinacoteca, exactamente– y que también estará abierta hasta el 31 de marzo, lleva por nombre Los caminos de la cruz, una exhibición de 35 piezas del coleccionista y agregado cultural de la Embajada de Colombia en Cuba, Rafael García Esquivia.

'La directora general de la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta, Cielo Támara, y yo encontramos hace dos o tres años una muestra parcial de 10 estas cruces en Cereté (Córdoba). Nos pareció una presencia excepcional la de estos elementos, por su barroquismo, su valor antropológico y su estilo', expresó Miguel Iriarte, director de la Biblioteca Piloto del Caribe.

Expresa Iriarte que, gracias a un encuentro con Enrique Yidi, se dio la coyuntura para unir ambas exposiciones, con la intención de mostrar un contraste entre las diferentes expresiones del arte religioso, una desde lo sacro y otra desde lo popular.

De esta forma, García Esquivia cedió esta serie de cruces populares que acumuló durante cuatro años en distintas ciudades de los Andes en las que se celebra las Fiestas de la Cruz.

Estas son, en su mayoría, talladas en madera policromada, y en su estilo predomina una estética popular en la que resaltan elementos de las expresiones indígenas y su interpretación del cristianismo.

La elaboración artesanal determina la esencia de cada una de estas piezas. Colores fuertes, elementos superpuestos alusivos a la pasión de Cristo, figuras animales, astros, elementos vegetales y escaleras son algunos de los objetos visibles sobre estas obras, que también le brindan una característica que pertenece a una corriente moderna y simbólica.

Las piezas de esta colección llevan por nombre Cruz de Pasión, y se desconocen sus autores, salvo en el caso de los artistas Alfredo López Morales, Avelino Llontop y Luis Aybar.