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La película El abrazo de la serpiente, que logró una histórica nominación para Colombia, puso al cine nacional a ‘caminar’ por primera vez en la distinguida alfombra roja de los Premios Óscar. Y allí, en medio del talento más destacado de Hollywood, estuvo Ciro Guerra, junto al elenco de su película, quien representó con orgullo al país, a Latinoamérica en uno de los momentos más importantes de su carrera en el cine, como recompensa a la constancia y a la 'terquedad' del director que creyó en la historia amazónica.

¿QUIÉN ES CIRO GUERRA?

Para Río de Oro, César, es su hijo ilustre que nació en este pueblo del Caribe en 1981. Para los colombianos, que recién escuchan su nombre en el último año, es uno de los cineastas más destacados del país.

La historia de su vida antes de la fama y los premios se puede resumir en que a los pocos años su familia decidió trasladarse de Río de Oro a Valledupar. Sus padres, Ciro Francisco Guerra y Yamile Picón, cuentan que el hoy cineasta mostró desde niño sus cualidades creativas escribiendo cuentos, cómics y participando en obras de teatro.

'Le interesaban los dibujos animados. Creo que a través de eso conoció su vocación', afirma su padre, quien es abogado de profesión y puso a su único hijo varón su nombre.

En los recuerdos de Ciro permanecen las películas como 8 y medio, de Federico Fellini, y Volver al futuro, de Robert Zemeckis, historias que sembraron en él gusto por el séptimo arte. Esta inquietud inicial se concretó al terminar el colegio, momento en que decidió trasladarse a Bogotá para realizar estudios de cine y televisión en la Universidad Nacional de Colombia, aunque sus padres consideraban en ese momento otras opciones para su realización profesional.

'En esa época no había cine en Colombia. Decir que uno se quería dedicar al cine en este país era como decir que uno quería ser astronauta. Era hacer algo que no se le veía ni sentido ni futuro', contó el galardonado director a EL HERALDO días después de conocer su nominación a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.

Su madre recuerda con tranquilidad esas épocas de incertidumbre, porque el tiempo le dio la razón a su hijo. 'Él no se equivocó al escoger su carrera, la ama mucho y la valora. Por eso, todo lo que se ha propuesto lo ha logrado'.

Yamile, junto a sus hijas Digna y Luz Karime viajaron con Ciro para acompañarlo en la ceremonia de Hollywood, un evento que nunca imaginó vivir por cuenta del oficio artístico que escogió su hijo.

Sus inicios en el cine

Con 17 años de edad en 1998, mientras cursaba sus primeros semestres de universidad, realizó el cortometraje Silencio. En 1999 exploró el género del documental con Siniestro, un trabajo sobre la labor del legendario cineasta colombiano Jairo Pinilla. En 2000 realizó el corto Alma, y posteriormente, en 2001, realizó corto de animación titulado Intento. En 2003 fue director de fotografía del cortometraje Terminal del director español, ya fallecido, Aitzol Aramaio. Por esta labor recibió galardones como el premio Viart, de Caracas, Venezuela; el premio Video Joven de Barranquilla y el premio César de Manizales.

Su primera película llegó a los 21 años de edad, momento en que escribe y dirige La sombra del caminante (2004), cinta que marcó un quiebre en la cinematografía nacional y con el que logró ganar en la categoría ‘En construcción’ del Festival de San Sebastián. Luego llegó el ambicioso proyecto de Los viajes del viento (2009), que fue bien recibida en escenarios como el Festival de Cannes.

En todo este proceso previo a El abrazo de la serpiente ha sido permanente la presencia de Cristina Gallego, su esposa y productora.

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Un ‘terco’ con vocación

Al preguntar a los amigos cercanos, familiares y colegas de Ciro Guerra sobre cómo lo definirían es recurrente escuchar palabras como terco, persistente y firme. Cuando se le pregunta a él sobre lo que piensa de esas características hay un breve silencio y luego dice que tenemos en Colombia la mala costumbre de llamar terquedad a la constancia. 'Para mí nunca ha sido algo negativo. Pero sí, para dedicarse a algo como el cine en Colombia hay que ser bastante terco e insistente, porque de otra manera no funciona'. Y funcionó en magnitudes inesperadas con El abrazo de la serpiente, estrenada en 2015, la tercera película que dirige, fruto de un trabajo colectivo y reflejo de una madurez en el oficio de hacer cine.

Cuando Ciro Guerra habla de las cintas que precedieron a El abrazo no titubea al afirmar que desde La sombra del caminante aprendió lo importante del trabajo en equipo, y que 'si no hay un equipo que crea en las películas, no tiene sentido hacerlas'. Tampoco tiene reparos en señalar que, para él, las películas no se deben hacer por dinero, sino 'porque uno cree en la historia que se está haciendo, en la importancia de contar'. Esta concepción del cine que hace el director cesarense fue lo que reinó durante el rodaje de la película, y el mismo sentir estuvo presente en la gala de los Óscar y días antes de la velada central.

'Por mucho tiempo me molestó tomar crédito por el filme. Por razones contractuales tuvimos que poner los créditos, pero este filme en particular todos lo hicimos juntos. Este equipo y este elenco fueron mucho más lejos de lo que suelen ir y hay varios momentos en el filme que yo no siento que estaba dirigiendo', dijo Guerra durante el Simposio de candidatos a Mejor película extranjera que se realizó el pasado sábado.

Ayer fue su gran día, junto a él, su esposa y productora Cristina Gallego, los miembros del elenco, representantes de Colombia y muestra de la nueva etapa que vive la cinematografía nacional. Seguramente Ciro insistirá en que lo importante no son los premios, sino las buenas historias, pero una historia amazónica se ubicó entre las mejores producciones del mundo. Sus palabras resumen mejor este momento: 'Son 100 años de cine colombiano. Nos tomó mucho tiempo llegar hasta acá'.