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Para el rebolero de pura cepa en la ciudad no hay un solo barrio que le compita en ambiente carnavalero.

La colorida calle 25 con carrera 24 con sus 4 esquinas atestadas de desenfadados bailadores, los disfraces espontáneos, la olla de sancocho, los chuzos, los enmaicenaos y los blanquitos de espuma hasta las cejas, de alguna manera ratifican eso que expresan los reboleros a los cuatro vientos: 'Lo que pasa es que este barrio es el más prendío, el más alegre. Es que aquí se festeja el Carnaval como es. Un vacile alegre de puro recochón', dijo Andrés Robles mientras se bamboleaba con un ritmo sutil, sin soltar la cerveza que sostenía en su mano.

En medio del bembé que era alimentado por la selecta música salsera y verbenera que escapaba del picó, ese tremendo escaparate acomodado en la mitad de la calle, las sobrosones bajaban la primera pea del día tirando vasos de sopa a un lado del bordillo. Cuanto tienes cuanto vales/ ave maría morena...

'Uno pa’ qué se va ir pa’ otro lao, si este mi hermano es el Carnaval de verdad. Rebolo es el barrio más carnavalero que tiene Barranquilla. Uno aquí la vacila con su gente, aquí hay más ambiente y rumba que en cualquier lao', dijo Alfredo Vargas con la cara enmaicenada y aferrado a la orilla de un bordillo.

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Mientras una mínima parte goza entre palcos, desfiles, los megaconciertos o las fiestas en los clubes, en la barriada el Carnaval se vive y se goza bajo los propios términos que imponen el estado de la billetera y la propia cultura popular que mantiene vigente sus tradiciones de espaldas a la otra cara de la moneda.

Privilegió el bembé entre los vecinos que con las uñas y arañando contratan el picó, se rebuscan las sillas y los insumos para armar su propia fiesta, sin que importe la subida del dólar.

La esquina del movimiento

La vibración telúrica que ocasiona el golpe de los bajos y la ferocidad de los vatios del picó el Richy estremece cada ventanal en los inmediaciones de la calle 50 con carrera 2F del populoso Carrizal.

Con espuma hasta en las orejas, José Julio Lamadrid, el popular Tolosa de Carrizal, explica orgulloso que la rumba que comparte con su familia y sus vecinos es ya una tradición. La vaina ya se formó/ la vaina ya se formó / te lleva el diablo ...

'Aquí los picós suenan solo salsa, africano y vacile carnavalero. Hasta las comparsas vienen y bailan en la mitad de la calle y nos vacilamos un sancocho de mondongo y todo bien bacano. Más chévere ... es barro'.

Para Alma Lamadrid, entre vecinos del barrio se vacila mucho mejor y más barato. 'No gastas transporte, te evitas esa empujadera y o cualquier mal rato. Así es más sabroso, en el bordillo y en la esquina', dijo mientras se empacaba un trago de ron entre pecho y espalda.

Entre disfraces de gorilas y el popular enanito, que se rebusca entre los asistentes al baile que es organizado desde hace unos diez años por los vecinos de la calle 47B con carrera 1E en la Ciudadela 20 de Julio, el goce carnavalero se calentó desde temprano. 'Es que este es el verdadero Carnaval, el del pueblo, donde uno se la goza entre amigos y no gasta tanto. Eso de los palcos es pa’ cachacos y pa’ ricos. Uno acá la pasa mono con la familia y se enreda menos y algunos se rebuscan vendiendo sopa y frías', aseguró Manuel Osorio.

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Con la cuadra engalanada con serpentinas de colores, las parejas brillaban hebilla en una sola baldosa y pegaítos al picó. Este es el dispárate musical/ este es el dispárate musical/ la gallina...

Vacile comunal en La Magdalena

Tirando frías en la orilla de sus terrazas, acomodados bajo la sombra de los palos de matarratón, enmaicenaos y gozando su jolgorio aparte, los vecinos de la calle 7G con carrera 36B le apuestan al Carnaval de barrio y de bordillo. 'Esto lo organizamos entre todos los vecinos, cada cual aporta lo suyo para pagar el picó, las sillas y también se compran las frías y la vitualla para las sopas y este año tenemos hasta carne. Entonces esto es un gana-gana por que uno no se va pa afuera a gastar lo que no tiene y de paso de evita una mala hora', señaló Stanley Núñez.

El tráfico de frías, que iban y venían como el vaivén de la hamaca, no paró un solo segundo. Esporádicos disfraces de pea pea, como le llaman a las marimondas en el argot popular terminaron de ponerle color a una tarde de real Carnaval como dicen quienes prefieren el vacile del barrio a las además alternativas oficiales.

'Es que ir a palcos es muy caro , eso no es pa’ uno. Uno antes podía porque había espacio, pero ya ese Carnaval de bordillo se perdió. Para uno es mejor gozarse el Carnaval de barrio porque es más practico y mas chévere', señaló Miledis Barrios.

Yo te amé con gran delirio /Con pasión desenfrenada /Te reías del martirio / Te reías del martirio ... gozando la inmortal canción del Carnaval, que tronaba a todo timbal haciendo temblar los parlantes del picó dejamos a estos vecinos que prefieren armar su propio fundingue, pasarla monocuco guayabero, en confianza como lo manda su propia tradición.